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No podía estar hablando en serio.
Me quedé mirando el mensaje como una idiota.
No hablaba enserió ¿verdad? No, no podía.
Ese video no podía salir a la luz, mi padre me mataría, siempre fui su niñita bien portada, más no sabía que ella escondía un vibrador en su cómoda —que me lo regaló Henry —.
Se avergonzaría de mí, ya no me vería como su niña pequeña, y, aunque ya no lo fuera, no quería que eso cambiara. Por no hablar de mi reputación, si ese video se filtraba, sería una humillación masiva con todos los del instituto, más por los chicos, o quién sabe, talvez por ambos, las chicas solían ser unas perras cuando se lo proponían. Rachel un ejemplo de ello.
Enid
Me tienes que estar jodiendo.
Puto psicópata
No como quisiera, pequeña.
Enid
Deja de llamarme así. ¿Qué quieres?
Puto psicópata
Ya te lo dije. Ahora. En mi casa, supongo que sabrás cómo llegar, solo sales y caminas a la izquierda, fácil.
Enid
Vaya, parece que el psicópata sabe dar direcciones, muy obvias diría yo.
Puto psicópata
¿Psicópata?
¿Lo estaba preguntando? ¡¿De verdad lo estaba preguntando?!
Enid
Una persona que espía, graba y acosa a otras, es un psicópata, por si no lo sabías, menudo imbécil.
Puto psicópata
No insultes, pequeña.
Enid
¡Vete a la mierda!
Tiré el teléfono en la cama y me levanté, pasándome las manos por la cara sentándome en el pequeño sofá que tenía en mi cuarto.
¿Enserió esto estaba pasando?
¿Ya no era normal que una chica se complaciera a sí misma?
Y estaba pasando algo por alto.
¿Quién le dio mi número a ese?
No lo había visto en mi vida, solo escuchado su voz, y, esa casa, esa maldita casa había estado deshabitada.
En conclusión, Mario, Aris y el psicópata de su hermano, podían haberse mudado hace poco.
