—No es justo —exclamé, algo exasperada.
—¿Por qué tanto afán en saberlo?
—¿Por qué no quieres decírmelo?
—No es algo que te interese —escuché su risa.
Colgué el teléfono.
En menos de un minuto sonó de nuevo.
Contesté.
—Por favor, ¿sí?
—No.
Ahogué un grito en la almohada.
—Eres el ser más insoportable cuando te lo propones, ¿sabes?
—Lo mismo digo —rio —. Escucha, lo importante es que ya hablé con él.
—Ok —exclamé, no muy convencida.
—¿Más tranquila? —preguntó.
—Ajá.
Su risa se hizo escuchar de nuevo.
—No ganas nada enfadándote, sabes lo mucho que me pone.
Reprimí un suspiro y el color subió a mis mejillas.
—¡Es que es algo tan simple, Edward!
—Exacto, es algo tan simple que no necesitas saber.
—Se lo preguntaré a él —exclamé, sintiéndome tonta por no haberlo pensado antes.
—Prueba.
—Es mi padre, me lo dirá.
—Ajá.
—Te odio.
—Claro que sí —el muy imbécil volvió a reír —. Tengo que colgar, nos vemos más tarde, ¿vale?
—Vale.
Y, sin embargo, me fue imposible reprimir la sonrisa que se expandió por mis labios a la vez que él colgaba.
Suspiré y me dejé caer de espaldas en la cama.
Si algo odiaba de esta situación, era el repentino dolor en los pechos.
Creo que es una de las cosas que más detesto.
El sujetador me lastima, pero no voy a quitármelo.
El comienzo de la semana se puso de mi parte, ya que Edward salió temprano hoy porque los docentes tenían un reunión y por eso habían cancelado las clases.
Bueno, también me dijo que haría otras cosas luego de eso.
Pero no me dijo qué eran esas otras cosas.
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Secreto: Oscuro Y Perverso
RandomUn psicópata y una chica normal, ¿qué podría salir mal?