GUERRA, PRIMER AÑO "El daño causado"

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Junio de 1998, Mansión Malfoy.

Pansy Parkinson, perspectiva.

Pansy observaba a Amelia mecerse en una silla de madera blanca con su hija en brazos, su amiga tenía una facilidad al hacer dormir a la pequeña solo con tenerla en sus brazos.

Amelia usaba pura ropa negra que cubría todo su cuerpo, que tapaba sus cicatrices y quemaduras ya curadas. Se había visto obligada a hacerse una coleta alta, pues la pequeña Amelia se aferraba al cabello de su madrina, llenandola de mocos, saliva e incluso arrancando su propio cabello.

No significaba que a Amelia le molestaran las mañas de su hija, sino que Adam había insistido en que eso era dañino para la propia bebé, y con eso fue suficiente para que Amelia se recogiera su cabello azabache.

Amelia no hablaba mucho, solo decía las palabras necesarias, e incluso podía jurar que su hija le sacaba más palabras a Amelia que nadie. Cómo si su hija sanara un poco sus heridas, como si el mirar a su pequeña la trajera de vuelta a la vida.

Pansy sabía que no solo era por el amor que Amelia le tenía a su ahijada, también era por el increíble parecido que su bebé tenía con Blaise, idéntica a él, ojos iguales, tez igual, la misma sonrisa... y aunque Pansy muchas veces peleaba por eso con Amelia, ella por las noches lloraba al recordar a su amor, al mirar los ojos de su hija y sentir que Blaise le regresaba la mirada.

Ella pensaba mucho en la muerte de Blaise, así como Amelia pensaba en su hermano, Pansy pensaba en como era que lo habían matado, en aquel escenario traumático para ambas, los gritos de Amelia al pedir ayuda, y los gritos después, que le confirmaron que había muerto. Pensaba en las últimas palabras que Blaise le dedicó a Pansy, palabras que ella deseaba guardar en su memoria para siempre... pensaba en el llanto de Amelia y los gritos al observar como era que se arrastraba hacía Blaise aún después de haber sido crucificada.

Pensaba en cada detalle, desde el primer día en ese sótano, hasta el último. Eran cosas que no la dejaban dormir, y que la rompían en pedazos... únicamente era fuerte por su hija, y por Amelia también, porque lo necesitaba.

Pansy sabía que al sostener a su hija en brazos, absolutamente toda su vida cambio, como si eso la hubiese orillado a madurar por completo, ese dolor convirtiéndose en una armadura que la hacía sonreír solo por su bebé. Ella se levantaba en las mañanas por la pequeña Amelia, porque necesitaba tantos cuidados que mantenían su mente ocupada: alimentando a su hija, cambiando sus pañales, bañándola, y llevándola en brazos casi las veinticuatro horas del día.

Y cuando Pansy no tenía a su hija en brazos, entonces Amelia se encargaba de cuidarla, cómo en esos instantes, que su mejor amiga parecía anonadada observando a su ahijada, con una sonrisa apenas visible, absorta en lo que hacía, arrullando a la pequeña en brazos en vano, porque lo que su hija hacía, era soltar hermosas risitas solo con ver a Amelia, sonreír enormemente con sus mejillas regordetas sonrojadas, y mover sus pequeños brazos hacía el rostro de Amelia.

Pansy estaba recostada en su cama, con las mantas tapándola por completo, la única excepción eran sus ojos. Ella intentaba dormir, pero internamente sentía un pavor por hacerlo, pues no deseaba tener pesadillas.

Amelia la miró de reojo.

—Puedo dormir contigo —susurró su mejor amiga, al instante en el que Amelia habló, su hija soltó una risita suave, sus ojos se iluminaron —, Me quedaré en tu habitación si eso te ayuda a reconciliar el sueño.

Pansy descubrió su rostro y negó con su cabeza.

—Tom te ayuda a dormir a ti —refutó Pansy —, Así como tú padre te trae la seguridad que necesitas... a mí me ayuda mi hija.

The kingdom of nothing. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora