Guerra, último año "Un último destello de esperanza"

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Finales de marzo de 1999, Mansión Riddle/Ministerio de magia.

Amelia no se atrevía a soltar a Tom.

Su incesante necesidad por sostener su mano incluso en los momentos donde tal vez el necesitaba un poco de privacidad la mantenía cuerda, dispuesta a no soltarlo, no perderlo de vista.

Había cambiado por completo esa acción de evitarlo, porque después de tener aquella charla con el, después de ambos sincerarse y estar dispuestos a entenderse, había aceptado que su tiempo con Tom era limitado, tan corto que incluso los segundos juntos eran valiosos.

No tenía la certeza de que podía suceder en el futuro, ya fuese uno próximo o uno lejos de lo que ahora ellos vivían. Estaban en una guerra, eran dos de los líderes más importantes en esa guerra mágica, los únicos capaces de terminar esos años de crueldad, de ganar... personas como ellos no podían fingir vivir una vida que no tenían, Amelia era conciente de que no podía irse lejos de Gran Bretaña con Tom y tener un nuevo comienzo en una bonita ciudad.

Amelia sabía que el futuro que tanto había soñado con Tom, era solo eso... un sueño. Tan alejado de la realidad que incluso ahora sonaba absurdo en su mente: vivir alejada del mundo mágico en un hogar cálido con Tom, tener tal vez una vista preciosa desde la ventana de su habitación todas las mañanas y las risas de sus hijos despertandola con ansias.

Porque ahora, lo único que la despertaba cada mañana, era el pánico enviándole una alerta a su cerebro por culpa de sus pesadillas, era el miedo constante que se plasmaba en su pecho y le recordaba todo lo que la guerra le había quitado... todo lo que la guerra amenazaba con quitarle.

¿Cómo creería que tendría una buena vida después de la guerra? Si ahora mismo seguía luchando por su vida... por la vida del hombre que amaba y la vida de su familia.

Si ahora era solo una sobreviviente a la crueldad de la orden del fénix y Lord Voldemort... Si en esos instantes, Amelia luchaba con uñas y dientes contra esa adicción que parecía matarla lentamente.

No podía visualizarse feliz en su futuro, y eso únicamente la obligaba a aferrarse a la fuente de su felicidad en esos instantes: Tom.

Amelia seguía a Tom a todos lados, no importaba que estuviese haciendo, no importaba a que misión su padre lo habría enviado, no importaban las horas en las que Tom se mantenía encerrado en el laboratorio de Severus ayudándolo con sus nuevas creaciones, principalmente aquella creación inconclusa que se trataba de la cura a su lamentable adicción.

Ella estaría esperándolo pacientemente, tal vez sentada en un taburete dentro del laboratorio, observando a detalle cada movimiento que el hacía, cada acción, cada respiro... cada mirada y cada palabra dicha.

El tiempo pasaba rápido cuando estaba cerca de el, y aunque podía sonar bastante obsesivo, sincerándose a si misma, admitía que así era. Ella estaba obsesionada con la vida de Tom, con el estando en su propio presente, respirando, amándola...

—Iré al ministerio —Tom le había dicho, regresándola a la realidad —, Al parecer su padre quiere reunir a la élite.

Amelia pudo notar la mirada divertida de Tom en el instante que ella saltó de su cómoda cama, tomando las primeras prendas que vió, colocándose un suéter de cuello negro que al parecer era de Tom, y unos pantalones de vestir negros que también eran de Tom.

A ella no le importó en lo absoluto usar ropa que le quedaba exageradamente grande, no si le daba tiempo de seguirlo y mantenerse a su lado.

¿Sería una perdida de tiempo colocarse unas botas? Si, si que sería una perdida de tiempo.

The kingdom of nothing. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora