Guerra, último año "Nuestro futuro"

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Agosto de 1998, Mansión Riddle.

Eran muy pocas las veces en las que Amelia se refugiaba en el ministerio.

Solía recurrir el mundo mágico con constancia, mantener ese extraño lazo que la unía con la gente. A Amelia le gustaba ayudar, ayudar emocional y físicamente en absolutamente todo, se sentía una obligación ahora que era ministra de magia, ahora que Lord Voldemort se había vuelto frecuente con los ataques a su territorio.

Era tan aterrador para Amelia ver entrar y salir a su grupo de élite, a soldados que habían jurado servirle y a aliados... ver a Severus, a Remus, a su padre y a Tom salir por esas puertas y esperar desesperada por su regreso. Porque ella era realista, las probabilidades de perderlos eran lo suficientemente alarmantes como para llevarla al borde del colapso.

Para aquellos que se encontraban en su territorio, era una constante ansiedad comprender que Amelia se encontraba afuera, luchando día a día en contra de la orden y mortífagos, enfrentandose a grandes problemáticas y peligros por si sola. Porque no sabían si ella regresaría, y para ellos, que la capturaran de nuevo era su peor temor. Amelia realmente no sabía cómo tomar esa euforia, pues la extraña admiración que le tenían no terminaba por encajar en su cabeza, era irreal como tanto a ella, como a Tom y Regulus, los protegían con su vida.

Y era literal.

Amelia había presenciado más veces de las que ella deseaba, escenas horribles en dónde sus seguidores se interponían entre ellos para cuidarlos, muriendo en el acto.
Amelia no quería que murieran por ella, no quería liderar a tanta gente, solo se encontraba en ese puesto por simple venganza, por protección a los suyos, por protección a ella... no para cargar con el peso de más vidas.

Aún cuando no tenía la corona puesta, sentía el peso de esta en su cabeza, como si fuese un recordatorio de sus responsabilidades, de lo que tenía que hacer para proteger a tanta gente, para obtener la victoria. Pero ella no veía la salía a todo ese caos en el que se encontraba.

Tenía que exponerse al riesgo para poder comprender por completo a lo que se enfrentaba, no podía luchar a ciegas, no sin conocer por completo los trucos que Harry y Voldemort tenían bajo la manga. Y por eso prefería salir de su territorio, y buscar los horrocruxes, capturar a mortifagos y miembros activos de la orden.

Tom, Remus , y su papá eran quienes más se interponían a la hora de decidir salir y luchar, lo comprendía, tenían miedo de lo que podían volver a hacerle, del daño que eran capaces de causarle. Ella incluso tenía que ser ágil y escapar de ellos para hacer lo que le correspondía, pero la encontraban, siempre la encontraban.

Cómo en esos instantes. Pues ella se encontraba en los límites de su territorio, desquitando su furia con algunos mortifagos que intentaban infiltrarse, y entre cada puñalada, entre cada puñetazo, Amelia exigía que confesaran los planes de su amo.

Ella había logrado descubrir que Jane y Van habían vuelto a servirle a Voldemort, pero no le sorprendía, solo le causaba una rabia infinita que no cesaría hasta que lograse llegar a ambos, hasta que los tuviera enfrente y pudiera cortar sus gargantas. Daba golpe tras golpe a ese par de mortifagos, teniendo alrededor un bulto de cadáveres sin vida que había asesinado minutos atrás.

Se había quitado sus guantes para asesinarlos, y se permitía disfrutar de la sangre que sacaba de los rostros de los últimos mortífagos que quedaban en ese lugar mientras golpeaba sus rostros. El líquido tibio empapaba sus manos, y su mente parecía entrar en un trance satisfactorio, en dónde no escuchaba voces dentro de su cabeza, dónde su mente y cuerpo no aclamaban por una gota de ese elíxir al que se había vuelto adicta.

Saciar esa sed era asesinar, era torturar a sus enemigos, era estar encima de cuerpos inmóviles y destrozarles el cráneo, escuchar el crujido y seguir hasta manchar sus manos de sangre, salpicar su rostro de ese líquido carmesí. Muchas veces se imaginaba el rostro de Jane, otras el rostro de Van, y en su necesidad por calmar ese colapso próximo, se imaginaba los rostros de Tonks, Ginny y Harry...

The kingdom of nothing. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora