PREFACIO V

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Agosto de 1998, Gran Bretaña.

Narrador Omnisciente.

Amelia Black era aclamada por el mundo mágico.

Completamente llena de poder, siendo para aquellos que se encontraban dentro del ministerio admirandola, una divinidad.

Estaba claro que nadie tenía la capacidad de derrotarla, al menos, no de herirla. Porque ya la habían herido, y no había nada en lo que Amelia temiera, no ahora que había sobrevivido a lo peor.

Ahora las piezas estaban en su lugar, como en un tablero de ajedrez, y Amelia estaba esperando con paciencia para tirar todas esas piezas y dar el jaque mate.

Una victoria que Lord Voldemort y Harry Potter buscaban.

Se podía decir, que la situación del mundo mágico estaba crítica, pero no era culpa de los ministros de magia, sino más bien, por la guerra. El objetivo de esos tres bandos, era conseguir los siete horrocruxes esparcidos por Gran Bretaña, uno de ellos había sido destruido meses atrás, pero eso no significaba nada cuando aún no había paradero sobre las demás reliquias.

O tal vez si de una.

El bando de Amelia Black tenía el arma precisa para destruir cada horrocrux que lograsen poseer, eran dueños de Hogwarts, y de gran parte del territorio de Gran Bretaña. Pero aún así, Lord Voldemort los superaba por mucho.

Uno de los horrocruxes era Nagini, la enorme y letal serpiente que le servía fielmente a su amo, esa misma serpiente que había asesinado a Narcissa Malfoy.

Amelia entendía que se había destruido un horrocrux, pero muy pronto sabría que su objetivo se dirigiría a únicamente tres reliquias, objetos que seguían escondidos, y ciertas personas intactas: La copa de Hufflepuff, el anillo de Salazar Slytherin, la diadema de Ravenclaw, Nagini, y Harry Potter.

Pues el diario de Lord Voldemort había sido destruido hace mucho, y el guardapelo ya no existía.

Y Tom Riddle no moriría, Amelia no lo permitiría.

Trabajaba duro para recuperar la piedra de la resurección, esa misma piedra que se encontraba en manos de Harry Potter. Pero uno de los tantos problemas, eran Jane y Van, ese duplo que se esmeraba en hacer la vida de Amelia más difícil.

Ellos habían sido los culpables de su gran trauma, de ese infierno que Amelia vivió en carne propia, no había justificación, Amelia ni siquiera se esmeraba en perdonarlos. No cuando su cuerpo era ese constante recordatorio de lo que ellos le causaron, de esas quemaduras que adornaban su piel, de los gritos desgarradores que le sacaron de sus labios, de lo que Amelia perdió gracias a ellos.

Amelia Black los buscaba con determinación por toda Gran Bretaña, el grupo de élite también buscaba a esos traidores. Adam era quien más se esmeraba por encontrarlos, principalmente a su hermana menor, encargarse el mismo de esa enorme mancha en su apellido, pues matar el mismo a Jane, significaba demostrarle su entera lealtad a Amelia, a quien el consideraba una hermana.

Pero lo que no sabían, era que Van y Jane ya no le servían a Harry Potter, ¿cómo podrían seguir a un mago tan débil como el? Habían obtenido lo que deseaban, y después de la traición pública de Tom y Amelia Black hacía Lord Voldemort, ambos aprovecharon regresar a los brazos crueles del señor tenebroso para prometerle recompensar el desliz que tuvieron al irse con el bando de la orden del fénix.

Lord Voldemort estaba furioso, no le importaban las traiciones pasadas de sus seguidores, no si estos le prometían traerle la cabeza de Amelia Black, traer a su hijo con vida de vuelta a dónde pertenecía. Todo se le estaba saliendo de control a Voldemort, pero aún así, iba a la par respecto al poder con Amelia... los dos tenían seguidores, fuese por devoción o miedo, no importaba.

The kingdom of nothing. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora