Séptimo año "Éxtasis"

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Diciembre de 1996, Hogwarts.

Ava Rosier, perspectiva.

Ava corría por todo el castillo, buscando a Amelia por todos lados.

Ella podía notar las miradas extrañas que la gente a su alrededor le daba, las risas, la curiosidad y molestia al verla pasar. Si, doscientos tulipanes blancos flotaban detrás de ella, ¿pero que había de extraño en eso?

Ava se sentía frustrada, mientras abría la puerta del gran comedor de un portazo, y tomaba aire para hablar, todos se giraron de inmediato a mirarla, y ella sonrió.

—¿Alguien de aquí ha visto a Amelia? —gritó Ava, quitada de la pena.

—¿Esas flores son para ella? —George Weasley le había dirigido la palabra, y Ava lo miró con desden, sin responder.

Ava esperó, hasta que Hermione Granger, se levantó de su asiento en la mesa de Gryffindor, y con sus mejillas sonrojadas habló.

—Está en su habitación. —le respondió la castaña, y Ava, aunque sentía una rabia gigante al ver a Granger tan cerca de su hermano, le sonrió, agradeciéndole mientras alzaba su mano y se despedía de ella.

Enseguida se dió la vuelta, y volvió a correr como nunca en su vida, los tulipanes blancos hechizados, persiguiendo a Ava por cada paso que daba. Ella esperaba que al menos, Amelia le agradeciera por las flores, tal vez dejara su mal humor atrás, y le diera un beso por lo atlética y encantadora que había sido Ava al darle un detalle como ese, al regalarle doscientos tulipanes blancos, y cruzar el castillo para verla.

Mientras corría, Ava pensó un poco en lo que había sucedido entre Amelia y Tom Riddle, todo ese caos que ocurrió a causa de Riddle y su jodida crueldad.
Ava odiaba muy pocas cosas, pero estaba segura que comenzaba a detestar a Tom con todas sus increíbles fuerzas, por romperle el corazón a Amelia, por hacer sufrir a Amelia, por mentirle, por traicionarla.

¿Cómo había sido tan imbécil? Solo un tonto se atrevería a hacer lo que el le hizo a Amelia.

Amelia era jodidamente hermosa, era brillante como la luz de la luna y extraordinaria como una constelación. Era ese tipo de caos que tenía una belleza jodidamente perfecta, ese caos que tenía heridas, cicatrices y dolor, pero que aún con todo eso, podía ser tan fascinante, ese tipo de caos que podías admirar por horas, y simplemente desear admirar por el resto de la eternidad.

Eso era Amelia, un caos perfecto.

Ava estuvo a punto de caerse, cuando intentó frenar, y entre jadeos, dijo la contraseña de la sala común, entrando y saludando a todas las personas que se encontraban ahí dentro.

Ava muy pocas veces sentía nerviosismo, pero mientras subía las escaleras y se acercaba a la habitación de Amelia, comenzó a tener un cosquilleo en su estómago, como si fuese a vomitar en cualquier momento.

Era inevitable no sentirse nerviosa siempre que estaba frente a Amelia, con ese porte tan dominante que tenía, y esa seguridad que volvía loca a Ava. No lo soportaba, simplemente ese cosquilleo en su estómago le advertía que haría una tontería si Amelia estaba frente a ella.

Ava abrió la puerta de un golpe, y entró a su habitación, seguramente escucharía un bufido de Amelia y sus comentarios sarcásticos al verla ahí, con flores para ella y una sonrisa temblorosa por culpa de los nervios.

Pero no.

Buscó con la mirada a Amelia, y en cambio, encontró a Pansy y a Blaise acostados en el colchón de Amelia, mirando a Ava con cierta sorpresa y malicia brillando en sus ojos, y con un... gato negro acostado en medio de ambos, observando a Ava con unos ojos verdes y felinos.

The kingdom of nothing. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora