°Sukuna°

879 83 3
                                    

Nota: esto me lo saqué del ass, no tiene spoilers de ningún tipo.

Aviso por las dudas si se asustan con los hechos que se narran. Trankis, es todo mentirita mia.

Cuando la mujer tocó el pecho de Yuuji con la intención de maldecirlo, lo último que esperaba era encontrarse con aquella presencia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando la mujer tocó el pecho de Yuuji con la intención de maldecirlo, lo último que esperaba era encontrarse con aquella presencia.

—¿Quién te ha dado permiso de entrar, humana?—

Sukuna había visto muchas expresiones variadas en su longeva vida, pero la de aquella mujer le resultó, como mínimo, interesante.

—Eres el rey de las maldiciones...—le sonrió—. No esperaba encontrarte en el interior de un hechicero... Es irónico.—

—... Tu cabeza está muy alta, humana.—

La sonrisa de la mujer se hizo incluso más grande justo antes de inclinarse ante él.

—Es un placer conocerte... Lo que necesites pídelo. Estoy a tus ordenes.—

—... ¿Por qué peleas junto a esos hechiceros?—

____ aún mantenía la mirada en el suelo.

—Geto me ayudó, y ahora que ya no está... Quiero seguir su legado.—le sonrió—. Pero poder servirte a ti es incluso más grande... Así que por favor, Sukuna... Déjame serte de ayuda. Estoy para servirte.—

La maldición sonrió.

—Hay algo que puedes hacer por mi...—

~•~

—... Bienvenido al mundo exterior, señor. Es bueno verlo.—

Sukuna levantó la mirada, encontrándose con aquella chica. Sonrió.

—Bien~, cumpliste tu misión.—llevó su mano al cuello de la chica, apretándolo apenas. La vio sonreír.

La mirada de la maldición se posó en el par de chicas a unos metros. Lo miraban aterradas.

—Son discípulas mías... Te ruego que no las lastimes.—

—... ¿Qué hacen aquí?—

Por la expresión de la chica, Sukuna supo que había algo más.

—Están usando el cuerpo de Geto. Ellas querían pedirte que lo mataras para liberar su alma.—

—¿Por qué no lo haces tú?—la tomó del mentón con algo de brusquedad—. ¿No eres poderosa?—

—Si fuera por mi... Ese tipo sería polvo... Pero antes de mis deseos personales, debo respetar los tuyos... No sabía si esa basura podría serte de utilidad.—

—Mírate~, tan considerada.—la soltó—. Acaba con él, no me interesa... Demuéstrame que puedes luchar además de juntar dedos.—

La mujer asintió antes de ponerse de pie.

—Como usted diga, señor. Si nos disculpa...—

Sukuna observó como la mujer se alejaba junto al par de chicas, perdiéndose en las escaleras del lugar.
Con cada paso que la chica avanzaba, una oleada de energía maldita se desplegaba en la estación. Y a Sukuna comenzaba a parecerle embriagante esa esencia.

Definitivamente mantendría cerca a la mujer.

~•~

—Si te pidiera que las mataras... ¿Lo harías?—

____ volteó al escuchar aquello, encontrándose a Sukuna detrás.

—¿A las niñas?... No.—

—¿No dijiste que mis deseos están por encima de todo?—

—... la vida o muerte de ellas a usted no lo afectan en nada, y para mi son el último recuerdo de Geto que me queda. Asi que pienso mantenerlas a salvo, mostrarles el amanecer de un nuevo mundo, uno donde los humanos ordinarios ya no habiten esta tierra.—

—¿Crees que esas mocosas disfrutarán un mundo en llamas?—____ sonrió.

—Quiero creer que al menos una islita de aguas cálidas y arena pura dejarás a salvo ¿No?—

—... Tal vez...—

~•~

—Acabar con la escuela... No fue tan difícil. Solo queda el resto del mundo, no llevará más de 4 días.—

—... ¿Piensas quedarte en ese cuerpo?—

—¿Te molesta acaso?—

____ le alcanzó a la maldición una copa de vino, uno que hacía relativamente poco descubrió le gustaba.

—No, para nada... Es un aspecto atractivo.—sonrió apenas—. Pero me gustaría ver... La verdadera forma.—

—Créeme, humana... Mi verdadera apariencia es algo que no sería de tu agrado.—bebió de su vino a gusto.

—¿Por qué no? Peor que una cabeza de volcán no puede ser.—

—Para empezar... Tengo cuatro brazos.—

—Me lo imaginaba por los 20 dedos, sí. No es para tanto.—

Sukuna miró a la mujer durante unos escasos segundos, para luego desplegar su dominio.
En aquel mundo personal, Sukuna pudo mostrar su verdadera forma. Era imponente.

—Itadori sin duda tiene un rostro apuesto y bastante popular.—____ llevó sus manos algo insegura al rostro ajeno. Ardía bajo el tacto ajeno—. Pero éste... Diablos, es el rostro de un dios.—

Los labios de Sukuna no tardaron en devorar los ajenos, mientras los dos pares de brazos se aferraban con algo de rudeza a los de ____.

—Mírate... Eres demasiado pequeña comparada a lo que soy yo.—la elevó por la cintura con un par de brazos, mientras que el restante par de manos la sujetaba del rostro con brusquedad.

—Señor... Con todo respeto... Usted puede romperme si así lo desea.—sonrió con esa demencia que a Sukuna tanto le gustaba—. Si sirvo para darle un mínimo de entretenimiento...—

—¿Romperte? No podría. No cuando me has servido tan bien. No... Tú te quedarás a mi lado hasta que tu finita vida mortal acabe.—la enorme boca en su abdomen se relamió de una manera que le causó escalofríos a ____.

—Lo que desee, señor... Estoy para servirle.—

Aquella noche, cuando las hermanas hechiceras buscaron a su tutora y notaron que llevaba horas en los aposentos del Dios, decidieron no interrumpir.

Y fue lo mejor que pudieron hacer.

Y fue lo mejor que pudieron hacer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
~One Shots E Imaginas De AnimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora