¿Cómo es estar en una relación con el fanático de los sándwichs de huevo?
•Es muy observador: *cierta noche, después de un largo día en la universidad, Legoshi te estaba esperando en tu dormitorio con un regalo*
—¿un obsequio?...—enarcaste una ceja—. ¿es mi cumpleaños y volví a olvidarlo?—
—No, eh...—Legoshi acariciaba su nuca de forma nerviosa—. Es solo un... ábrelo, por favor.—
Miraste con cierta emoción el contenido de la bolsa, encontrándote con un nuevo estuche para guardar tus útiles.
—Anoche noté que rompiste el cierre de tu viejo estuche y como lo tienes desde que nos conocimos, creí que necesitarías uno nuevo.—señaló nervioso el regalo—. Es de esos dibujos animados que te gustan y tuve suerte de encontrarlo en color amarillo, tu favorito.—
—Legoshi...—
—¡Oh! Y me sobró algo de dinero, así que te compré algunos lápices de colores. No sé si son de buena marca pero-
Te colgaste de su cuello con algo de dificultad debido a su altura y uniste sus labios en un dulce beso.
—¿qué hice para merecer un novio tan maravilloso?—volviste a besarlo de forma fugaz—. ¿Te quedas a cenar? Prepararé huevos revueltos solo para ti.—
Legoshi asintió avergonzado antes de sentarse en la pequeña mesita del cuarto.
🐺
•Es sumamente vergonzoso: *cuando el lobo gris entró a tu cuarto y te encontró vestida solo con tu ropa interior, pidió que la tierra lo tragase*
—¡l-lo siento!—Legoshi volteó hacia la pared, tensando su cuerpo de inmediato.
—Ya, ni que me hubieses visto desnuda.—reíste por lo bajo mientras terminabas de ponerte el uniforme.
—Debí tocar, lo siento mucho, de verdad.—
Te acercaste a él por la espalda, poniéndote de puntitas y recostando tu mentón en su hombro.
—Cuando decidas dar el siguiente paso...—besaste de forma juguetona su cuello—. Harás más que verme desnuda.—
Cuando lo abrazaste, sentiste como el corazón del lobito latía con fuerzas.
—Y-yo bueno...—reíste dulcemente.
—Ya, solo te estoy molestando. Al parecer disfrutas tu virginidad, no voy a perturbarte.—
Tomaste tu mochila y saliste del cuarto.
—¿¡cómo sabes que soy virgen!?—
Legoshi salió detrás tuyo, a lo que le lanzaste un suéter a la cara.
—No hay que tener un gran olfato para darse cuenta de ello...—
🐺
•Haría lo que fuese por ti: *cuando ese par de ladrones se llevó tu mochila, las lágrimas que intentaste ocultar no pasaron desapercibidas para Legoshi. Estaba decidido, haría lo que fuera por recuperarla*
—Sí, mamá... no, estoy bien.—presionaste el celular contra tu oído, intentando no volver a llorar—. Tenía todas mis cosas en la mochila... acababa de comprar los libros y el dinero...—sollozaste—. No, tranquila. Yo me las arreglaré, conseguiré un trabajo... no me envíen dinero, ya hicieron demasiado. Sí sí... adiós, mamá.—
Suspiraste con pesadez, lanzándote a tu cama sin mucho cuidado. Cuando escuchaste como tocaban la puerta con suaves golpes, supiste que se trataba de Legoshi.
—Adelante.—
Apenas llegaste a secar tus lágrimas cuando la puerta se abrió. La pequeña sonrisa que estabas comenzando a formar se evaporó al ver lo golpeado que el lobo se encontraba.
—¡Legoshi!—
Brincaste de la cama, acudiendo de inmediato en su ayuda.
—Aquí tienes...—te tendió a mano temblorosa la dichosa mochila—. Lo siento, se manchó un poco con sangre.—sonrió con dificultad mientras se deslizó hasta terminar en el suelo.
—Fuiste por ella...—la tomaste entre tus brazos—. Legoshi... no debiste...—
Te inclinaste hasta estar a su altura, tomando su rostro con cuidado.
—Es muy importante para ti... debía recuperarla.—
Frunciste levemente el ceño en signo de preocupación. Sí, la mochila era importante. Pero definitivamente no valía la pena recuperarla si Legoshi salía lastimado. Sin una pizca de vergüenza, lamiste el pequeño corte en la mejilla del lobo, haciendo que se tensara un poco.
—¿q-qué haces?—
—Perdón si te da asquito, pero si lames una herida curará más rápido ¿no lo sabías? Pues fracasaste como lobo, cariño.—
—Sí lo sabía...—bajó la mirada apenado.
Ignorando lo nervioso que estaba, lamiste cada herida visible en el rostro del lobo.
—Bueno, algo me dice que no querrás que lama tu pecho.—te pusiste de pie—. Así que ¿qué te parece si te preparo el baño y te das una ducha? Luego trataré las heridas de tu cuerpo.—sonreíste.
—¿estarás ahí cuando me bañe?—no pudiste evitar reír ante aquello.
—Si quieres te miro, no tengo problema con eso.—
Una pequeña sonrisa se instaló en el rostro del lobo.
—Eso... sonríe. Te ves mucho más bonita cuando lo haces.—
Sentiste como la sangre subía a tus mejillas, amabas demasiado a ese lobito herido.
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