Cuando la joven de dorados cabellos entró a la guarida con ambas manos en la espalda, Deidara supo de inmediato que algo raro se traía.
—¿qué tienes ahí?—soltó a secas, dándole un buen susto a la chica.
—¿ahí? ¿dónde?—
—Ahí, detrás de tu espalda... en la caja.—enarcó una ceja—. No me digas que hay una cosa viva ahí.—
—Una no...—
—____...—
—¿recuerdas la familia de ardillas que vimos hace unos días?—se acercó a Deidara y dejó la caja sobre la mesa de la cocina—. Bueno, tus estúpidas arañas de arcilla volaron el árbol donde vivían.—
—¡no fue a propósito!—
—¡no me importa, se quedarán aquí!—
Deidara la miró desafiante, terminando por sonreír.
—¿y tú crees que podrás meter aquí un par de ratas sin permiso de nadie?—
—Pain dijo que sí, Itachi me ayudó a alimentarlas.—____ se cruzó de brazos con una sonrisa victoriosa—. Si pude convencer a ese par de dioses, tú, simple mortal, no me asustas.—
—¿¡a quién llamas simple mortal, mujer!?—
La chica suspiró cansada antes de acercarse peligrosamente al rubio, quien se tragó aquel enojo y lo reemplazó por nervios.
—¿qué tengo que hacer para que los aceptes y no volver a tener esta discusión?—arrinconó al chico contra la barra de la cocina—. Tú dime, haré lo que sea.—
—¿l-lo que sea?—____ sonrió.
Ya lo tenía.
—Lo que sea, sí.—tomó el mentón del chico y lo acercó hasta apenas rozar sus narices.
Deidara estaba completamente hipnotizado. La joven lo volvía loco y tenerla enfrente, diciendo que haría lo que fuese solo por él, simplemente lo superaba. Aquel pequeño trance se desvaneció al ver la sonrisa divertida en el rostro de ____.
—¡no! No vas a ganarme con tus encantos, mujer.—la empujó con cuidado, alejándola un poco—. No quiero ratas en la guarida.—
____ bufó cansada antes de tomar a Deidara del cuello de su capa y besarlo con necesidad. El rubio finalmente cedió y se dejó llevar por la situación, después de todo, llevaba meses imaginando tener a ____. Sus manos viajaron a la cintura de la chica, acercándola nuevamente a él. Cuando el ambiente comenzaba a tornarse más y más caluroso, Deidara coló sus manos bajo la camiseta de la chica y
—¿hay leche?—
La tranquila voz de Itachi hizo que el par de jóvenes se separara de inmediato.
—... ¿qué?—
—Leche, ya pasaron unas horas y tienen que comer.—el azabache señaló la caja.
—¿¡que no ves que estamos en medio de algo!?—Deidara miró molesto al Uchiha, quien ni se inmutó.
—... ¿hay leche?—
____ se separó de Deidara y se acercó al refrigerador.
—Tobi siempre se gasta toda la leche haciendo chocolatada, así que escondo un poco al fondo del último rincón.—sacó una botella de leche—. Aquí tienes ¿quieres ayuda?—Itachi asintió y ambos comenzaron a encargarse de los animalitos.
—¿¡y yo qué!?—
____ rió bajito antes de acercarse a Deidara y besar fugazmente la comisura de sus labios.
—No me olvidé de ti, simple mortal. Más tarde terminaremos... eso ¿si?—le sonrió—. Sabes que no me gusta dejar cosas sin terminar.—
El rubio sonrió tontamente. Si iba a recibir esos tratos solo por aceptar unas ardillas en casa, que traigan medio bosque entonces.
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