*Kiba y tú eran mejores amigos de toda la vida, se llevaban tan bien que más de una persona creía que eran una adorable pareja.*
—Entonces ¿sólo llevarás las hamburguesas y una soda?—preguntó amablemente la mujer de la tienda mientras me alcanzaba la comida.
—Sí, solo esto. Gracias.—le pagué y salí del lugar rumbo al punto de encuentro.
Después de una semana tan atareada, Kiba y yo acordamos reunirnos y pasar un rato juntos, sin preocupaciones. Además de eso, tenía planeado confesarle algo al chico de rasgos caninos. Apreté la bolsa entre mis manos al pensar en ello. Había comenzado a sentir algo por Kiba hace ya un tiempo, pero por miedo a arruinar nuestra amistad nunca se lo dije. Ya algo cansada de estar ocultándolo, decidí confesarle lo que sentía y que sea lo que el destino quiera...
°•°
Cuando solo estaba a unos metros del dichoso árbol, vi a Shino caminar hacia allí. Kiba ya se encontraba en el lugar, recostado sobre el lomo de Akamaru. La curiosidad siempre fue mi punto débil, y aunque sabía que espiar estaba mal, no pude evitarlo. Mi familia se especializaba en el control de las aves, así como la de Shino con los insectos. Me escondí detrás de unos arbustos y envié a un pequeño ruiseñor a escuchar la conversación. Con un simple jutsu, pude conectar mi mente con la del ave para escuchar en vivo y en directo lo que el pequeño animalito captaba.
~¿qué haces aquí?~soltó Shino con su típica voz despreocupada.
~Espero a ____... ya se le hizo demasiado tarde.~Kiba se removió impaciente sobre el lomo del animal.
~___ nunca llega tarde a ningún lado ¿no te preocupas ni un poco? Que pésimo novio eres...~sonreí.
Adoraba cuando la gente nos trataba como si fuésemos pareja, a diferencia de Kiba, quien de inmediato aclaraba que sólo éramos amigos.
~¿cuántas veces tengo que decirlo? ____ y yo no somos nada.~se defendió de inmediato~. Ella no me gusta, sólo es mi amiga.~
¿escucharon eso? Fue mi corazón rompiéndose.
No iba a llorar, no podía caer tan bajo como para hacerlo. Pero no iba a negar que un horrible sentimiento se instaló en mi corazón al oír esas palabras. Sin importarme demasiado la reunión que tenía con el chico, di media vuelta y volví a la aldea.
°•°
Al llegar a casa, lancé la comida sobre la mesa y prácticamente me arrastré hasta mi cama, donde me dejé caer.
—Ay, cama... tú nunca vas a dejarme ¿verdad?—abracé una almohada—. Acabo de salvarme de la mayor vergüenza de mi vida y aún así me siento herida. Supongo que al menos no recibí el rechazo directamente...—
Después de dar mil y un vueltas en la cama, finalmente me quedé dormida.
°•°
Unos leves toquecitos en el cristal de mi ventana me hicieron abrir los ojos con pereza.
—¡hey, enana!—miré adormilada hacia la ventana, encontrándome con Akamaru.
—No sabía que hablabas...—solté entre bostezos.
—Soy yo, tonta.—Kiba se asomó junto a su perro—. ¿piensas abrirme o me dejarás aquí afuera?—con toda la pereza del mundo, me levanté de la cama y abrí la ventana.
Un gruñido proveniente de mi estómago me recordó que no había comido nada en un buen tiempo, por lo que tomé las hamburguesas de antes y las metí en el horno eléctrico para calentarlas.
—¿qué quieres, Kiba? Tenía un hermoso sueño en que me moría...—solté mientras me sentaba en la mesa y recostaba mi cabeza sobre esta.
—Siempre tan graciosa... estaba preocupado, quedamos en reunirnos y nunca apareciste. Llevo buscándote todo el día.—
—¿todo el día? ¿y por qué recién ahora vienes a mi casa? ¿No se supone que es el primer lugar donde se busca a la gente desaparecida?—respondí de mala gana.
—¿qué sucede contigo? ¿Estás enojada?—suspiré profundamente antes de levantar la cabeza y mirarlo algo molesta.
—Te escuché hablando con Shino hoy... cuando decías que yo sólo era tu amiga y que... no te gustaba.—
—¿y? ¿qué tiene de malo?—soltó confundido el chico mientras se sentaba en la mesa junto a mi.
—¡TODO, ABSOLUTAMENTE TODO ESTÁ MAL!—exclamé ya algo cansada.
—Hey, cálmate. No estoy entendiendo nada de lo que-
—¡me gustas, Kiba!—lo interrumpí—. Me gustas desde hace algún tiempo y tú solo...—aparté la mirada.
Un pequeño pitido por parte del horno me indicó que la comida ya estaba lista, por lo que saqué ambos platos de hamburguesas acompañados de arroz y los dejé en la mesa, uno frente a mi y otro frente a Kiba. El chico no dijo nada, simplemente se dedicó a apenas probar la comida. Por mi parte comía en silencio, deseando fuertemente que el Inuzuka se marchara de mi casa.
—Lo siento...—negué sin voltear a verlo.
—No hay nada por qué disculparse, Kiba. Uno no elige de quien enamorarse...—dejé los cubiertos a un lado—. Eso sí... dudo que todo vuelva a ser como antes entre nosotros. Me encantaría que lo fuera pero...—
—Tú... no te quedaste hasta el final de la charla con Shino ¿verdad?—lo miré confundida.
—Con escuchar que no te gustaba ya era suficiente dolor así que...—Kiba mantenía la mirada en su plato, hasta que finalmente me miró.
—Shino me dijo que... debía dejar de ocultarlo.—
—¿ocultar qué?—
—Que tú... me gustas.—
—Kiba... ¿por qué nunca me lo dijiste?—
—No quería arruinar nuestra amistad.—sus mejillas se tornaron completamente rojas.
Una sonrisa comenzó a dibujarse en mi rostro.
—¡Eres un idiota!—solté antes de lanzarme sobre él y abrazarlo con fuerzas.
—¡oye, tranquila!—Kiba intentaba apartarme pero no se lo permití.
—Sí me quieres...—finalmente me separé un poco para mirarlo a los ojos.
—¿pero qué dices, tonta? Yo siempre te quise y voy a quererte hasta el final...—soltó avergonzado.
—Kiba...—tomé sus mejillas y planté un fugaz beso sobre sus labios.
El chico sonrió tiernamente ante aquello, aún con ese lindo sonrojo en sus mejillas. Akamaru ladró sonoramente antes de brincar sobre nosotros y lamer la cara de Kiba, quien no tardó en quejarse. Reí con ganas. Al final, sólo faltaba una sincera conversación con Shino para que los verdaderos sentimientos salgan a la luz.
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