Quitando mi opinión respeto a la adaptación (meh, simplemente meh) amé demasiado a Zuko.
Si veo que gusta, veré la posibilidad de hacer más. Ya, me callo y los dejó con el shot.
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Si había algo que caracterizaba a la aldea Mizuna, era la capacidad que tenían de adaptarse a cualquier situación. Cuando la inundación los desplazó, no se detuvieron a llorar las pérdidas terrenales, sino que vieron aquello como una oportunidad de empezar de nuevo. Lamentablemente, su lenta peregrinación en búsqueda de un nuevo hogar se cruzó en el camino de la nación del fuego. Y quedaron bajo su "protección".
—¿Qué preparas hoy, pequeña flor?—
—Jazmín, vainilla y un toquecito de coco.—
Iroh miró como aquella muchacha hacía danzar un poco de agua alrededor de ella, lanzando los ingredientes sobre la corriente de agua. La metió en una tetera.
—¿Qué medicina es?—encendió la leña bajo la tetera.
—Es té, señor. Lo vi llegar y quería mostrarle unos nuevos sabores que he estado probando.—
La carcajada del hombre alegró un poquito a la chica, quien adoraba al señor regordete.
Era lo único que adoraba de esa gente horrenda.
Aunque sabía que tampoco era un santo.
Pero en épocas de guerra....
—Si le echa un poquito de miel, será más rico.—
____ le sirvió un poco en un pocillo, decorándolo con unas florcitas secas.
—Haces un té magnífico, niña... ¿Te gustaría ser mi maestra de té personal?—
—¿Eso existe?—
—No, pero acabo de inventarlo.—____ sonrió—. ¿Qué te parece?—
____ entonces miró a su alrededor. Aquella pequeña casita de madera era deprimente.
—... ¿Podría tener al menos un pedazo de césped si acepto?—
~•~
—Siempre y cuando no salgas del perímetro, puedes ir a donde quieras. Y si quieres salir por ingredientes, le pides a los guardias que te escolten.—
____ miraba sorprendida la pequeña casita, era más linda y espaciosa que cualquier otro hogar que había tenido. En la sala había una mesita de té con algunos asientos. Era como un local personal. Su tiendita.
