❄️ CAPÍTULO 7 ❄️

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LIVVIE

– Hola, mami – saludo al llegar a casa después de haberme pasado toda la mañana en el colegio - ¿Qué hay de comer? - pregunto con hambre.

– Nada. Tienes que aprender a hacerte tu propia comida – me dice desde la cocina – Hay puerros, zanahorias, lechuga y tomate. Invéntate algo.

– Solo tengo nueve años – me cruzo de brazos, indignada – No sé hacerme nada. ¡Ni siquiera sé encender el fuego!

No responde mis quejas, simplemente sigue con la vista fija en el móvil. Estoy un poco triste, porque he gastado mucha energía en los deberes de hoy y se me ha abierto el apetito al ver comer a mis amigos en el descanso que tenemos.

Aunque... tampoco me sorprende. Los días que mi hermano y mi papi trabajan hasta tarde, nunca tengo nada de comer. A veces mi padre me deja comida escondida en el fondo de la despensa, pero estos días no ha tenido tiempo y estoy sin nada.

– ¡Tengo una idea! - exclamo y me acerco a ella. Aunque sean situaciones difíciles, siempre puede haber más de un camino – Si no te apetece hacer de comer y yo no sé... ¡Podemos pedir pizza! - doy saltitos, contenta - ¡O hamburguesas! El bar del pueblo envía comida a domicilio...

– ¿Comida basura? - me mira y suelta una carcajada muy sonora mientras me señala - ¿Acaso te has mirado en el espejo? Estás gorda. No puedes comer de eso.

La felicidad se me esfuma poco a poco cuando bajo mi mirada y contemplo mi cuerpo. Los pantalones me quedan ajustados a los muslos, y me sobresale un poco de barriga, pero... creo que es porque la ropa me queda chica.

– Mami, no estoy gorda. Mira – le enseño mis brazos – Son delgados. Y la barriga... ¡Es que he bebido mucha agua antes de venir y se me ha hinchado! Además, por un día no va a pasar nada. ¡Por fa, por fa!

– Livvie, eres tonta – se ríe mientras se levanta – Claro que estás gorda. Y si sigues queriendo comer ese tipo de cosas, te convertirás en una obesa.

– Eso no es verdad – los ojos se me llenan de lágrimas – Mis amigos...

– Tus amigos siempre serán mejores que tú, por eso son diferentes a ti. Además – me mira de arriba abajo, con una mueca en la boca – Dices que de mayor quieres ser patinadora profesional. ¿Qué te crees que comen esas personas? ¿Pizzas? ¿Hamburguesas? ¿Salchichas? ¡NO! Llevan un régimen de dieta especial.

– Pero yo todavía...

– Repugnante – niega con la cabeza – No conseguirás nada. Estarás así el resto de tu vida y no podrás tener acceso a lo que quieres. ¡Ningún chico se fijará en ti! - vuelve a reír como una bruja – Todo por tener esa grasa en el cuerpo. ¡Grasosa! - me grita - ¡Fea, estúpida, morsa! ¡Parásito...

Me incorporo en la cama con la respiración agitada y las mejillas llenas de lágrimas. Las voces de mi madre se repiten en mi cabeza sin parar, llenándome de una sensación de miedo, agobio y dolor.

Los recuerdos de nuestro pasado cada vez acechan más mis noches y no tengo forma de controlarlos. Se está convirtiendo en una costumbre y temo que me vaya a perjudicar en mi día a día más de lo que ya lo está haciendo.

Me bajo de la cama con temblores en el cuerpo hasta plantarme en frente del espejo que tengo colgado en la pared. Subo mi camiseta y toco mi barriga. Si pellizco, consigo coger grasa. Mi pecho es abundante en comparación con muchas compañeras, y teniendo en cuenta la clase de deportistas que somos... me sobra. Mis mejillas son redondeadas cuando sonrío. Es como si hubiese puesto ácido hialurónico; no consigo darles una forma más afilada.

AMOR ATREVIDO E INGENUO [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora