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18. Establecen el telégrafo en la isla

-¡Pobre hombre! -dijo Harbert, volviendo donde estaban los demás colonos, después de haber corrido a la puerta y visto a Ayrton deslizarse por la cuerda del ascensor y desaparecer en la oscuridad.

-Volverá -dijo Ciro Smith.

-¿Pero qué significa esto, señor Ciro? -exclamó Pencroff-¡No es Ayrton el que echó la botella al mar! Entonces, ¿quién puede haber sido?

La pregunta no podía estar más a tono.

-El -contestó Nab-, pero el infeliz estaba ya medio loco.

-Sí -dijo Harbert-y no sabía lo que hacía.

-Eso no puede explicarse sino de ese modo, amigos míos -respondió Ciro Smith-, y ahora comprendo que Ayrton haya podido explicar exactamente la situación de la isla Tabor, puesto que se la habían dado a conocer los sucesos mismos que le abandonaron en la isla.

-Sin embargo -observó Pencroff-, si no se había embrutecido todavía en el momento en que escribía el papel y, por consiguiente, si hace siete u ocho años que lo arrojó al mar,

¿cómo no ha sido alterado por la humedad?

-Eso prueba -dijo Ciro Smith-que Ayrton no perdió su inteligencia sino en época mucho más reciente de lo que él cree.

-Así debe ser -contestó Pencroff-, pues de lo contrario la cosa sería inexplicable.

-Inexplicable -repuso el ingeniero, que al parecer no quería prolongar aquella conversación.

-¿Pero ha dicho Ayrton la verdad? -preguntó el marino.

-Sí -contestó el periodista-, la historia referida es verdadera en todas sus partes. Recuerdo muy bien que los periódicos contaron la tentativa hecha por lord Glenarvan y dieron noticia del resultado que había obtenido.

-Ayrton ha dicho la verdad -añadió Ciro Smith-, no lo dude, Pencroff, porque esa verdad era demasiado cruel para él y, cuando un hombre se acusa de esa manera, es imposible que mienta.

Al día siguiente, 21 de diciembre, los colonos bajaron a la playa y, habiendo subido después a la meseta, no encontraron a Ayrton. Este, durante la noche, se había retirado de la casa de la dehesa, y los colonos creyeron que no debían importunarlo con su presencia. El tiempo haría sin duda lo que no habían podido hacer los esfuerzos empleados para darle ánimo.

La isla MisteriosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora