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19. El volcán sigue vomitando y hace desaparecer la isla

Lincoln

Al día siguiente, 8 de enero, por la mañana, después de un día y una noche pasados en la dehesa y de haber atendido a los animales, Ciro Smith y Ayrton entraron en el Palacio de granito. Inmediatanmente el ingeniero reunió a sus compañeros y les participó que la isla Lincoln corría un peligro que ningún poder humano sería capaz de conjurar.

-Amigos míos -dijo, y su voz revelaba emoción profunda-, la isla

Lincoln no es de las que deben durar tanto como el globo. Está condenada a una destrucción más o menos próxima, cuya causa reside en ella misma; destrucción a la cual nadie puede sustraerla.

Los colonos se miraron mutuamente y miraron al ingeniero. No podían comprenderle.

-Explíquese, Ciro -dijo Gedeón Spilett.

-Voy a explicarme -contestó el ingeniero-, o mejor dicho, no haré más que transmitirles la explicación que durante los pocos minutos de conversación secreta me dio el capitán Nemo.

¡El capitán Nemo! -exclamaron los colonos.

-¡Sí, el último servicio que quiso hacernos antes de morir!

-¡El último servicio! -exclamó Pencroff-, ¡el último servicio! Ya verán como muerto y todo nos va a hacer todavía otro.

¿Pero qué dijo el capitán Nemo? -preguntó el periodista.

-Sépanlo, amigos míos -prosiguió el ingeniero-. La isla Lincoln no está en las condiciones en que se encuentran las demás del Pacífico y su disposición particular, que me dio a conocer el capitán Nemo, debe producir tarde o temprano la dislocación de su formación submarina.

La isla MisteriosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora