13. Buscan a su protector. ¡Nadie! ¡Nada!
¿Qué había sucedido? ¿Quién había matado a los presidiarios? ¿Era
Ayrton? No, porque un instante antes temía su vuelta.
Pero Ayrton estaba entonces bajo el dominio de un sopor del que no fue posible sacarlo. Después de las pocas palabras que había pronunciado, un sueño abrumador se había vuelto a apoderar de él y quedó nuevamente en su lecho sin movimiento.
Los colonos, agitados por mil pensamientos confusos y bajo la influencia de una violenta sobreexcitación, esperaron durante toda la noche sin salir de la casa y sin volver al sitio donde yacían los cadáveres de los bandidos. Quizá Ayrton no pudiese decirles nada respecto de las circunstancias en que éstos habían recibido la muerte, pues él mismo no sabía siquiera si estaba en la dehesa; pero al menos podría contar los hechos que habían precedido a aquella terrible ejecución.
Al día siguiente Ayrton salió de su sopor y sus compañeros le manifestaron cordialmente todo el júbilo que experimentaban de verlo casi sano y salvo después de ciento cuatro días de separación.
Ayrton refirió en pocas palabras todo lo que había pasado, al menos lo que él sabía.
Al día siguiente de su llegada a la dehesa, el 10 de noviembre, al caer la noche fue sorprendido por los presidiarios, que habían escalado el recinto. Estos lo ataron y le
pusieron una mordaza y después lo llevaron a una caverna oscura situada al pie del monte Franklin, donde tenían su refugio.
Habían decidido su muerte y a la mañana siguiente iban a matarlo.
Uno de los bandidos lo reconoció y lo llamó por el nombre que llevaba en Australia. Aquellos miserables, que querían matar a Ayrton, respetaron a Ben Joyce.
Desde aquel momento Ayrton fue el blanco de las exigencias de sus cómplices, los cuales querían atraerlo a su banda y contaban con él para apoderarse del Palacio de granito, penetrar en aquella inaccesible morada y hacerse dueños de la isla después de haber asesinado a los colonos. Ayrton se resistió. El antiguo presidiario, arrepentido y perdonado, prefirió la muerte antes que hacer traición a sus compañeros.

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La isla Misteriosa
ClásicosLa isla misteriosa de Julio Verne DERECHOS RESERVADOS AL AUTOR JULIO VERNE YO SOLO SUBI LA HISTORIA