12. Aparece Ayrton vivo en la dehesa y los presidiarios muertos
El día siguiente, 17 de febrero, lo dedicaron los colonos a la exploración de toda la parte frondosa del litoral, desde el promontorio del Reptil hasta el río de la Cascada. Pudieron registrar completamente aquel bosque, cuya anchura variaba de tres a cuatro millas, porque estaba comprendido entre las dos puntas de la península Serpentina. Los árboles, por su altura y su ramaje espeso, indicaban la fecundidad del suelo, mayor que en ninguna otra parte de la isla. Parecía aquél un rincón de esas selvas vírgenes de América o de Africa central trasladado a aquella zona media, lo cual inducía a creer que tan magníficos vegetales hallaban en aquel suelo, húmedo en capas superiores, pero cálido en el interior por efecto de los fuegos volcánicos, un calor impropio de aquel clima templado. Las especies dominantes eran precisamente aquellos kaurís y eucaliptos de dimensiones gigantescas.
Pero el objeto de los colonos no era admirar aquella magnificencia vegetal. Sabían que bajo este aspecto la isla Lincoln habría merecido por su categoría ser clasificada en el grupo de las Canarias, cuyo primer nombre fue el de las islas Afortunadas, pero por el momento su isla no les pertenecía por completo; otros habían tomado posesión de ella, unos criminales, y había que hacerlos desaparecer.
En la costa occidental no se encontraron huellas de ninguna especie, por más cuidado que se puso en buscarlas. No había señales de paso, ni rotura de árboles, ni cenizas frías, ni campamento abandonado.
-Esto no me extraña -dijo Ciro Smith a sus compañeros-. Los presidiarios han entrado en la isla por las inmediaciones de la punta del Pecio y se han dirigido inmediatamente a los bosques del Far-West, después de haber atravesado el pantano de los Tadornes. Han seguido, poco más o menos, el camino que hemos traído desde el Palacio de granito, lo cual explica las huellas que hemos encontrado en el bosque.
Pero al llegar al litoral han comprendido que no encontrarían un retiro conveniente;
han subido por tanto hacia el norte y entonces han descubierto la dehesa.
-Adonde quizá han vuelto -dijo Pencroff.
-No lo creo -añadió el ingeniero-; porque deben suponer que nuestras investigaciones se dirigirán hacia esta parte. La dehesa es para ellos un depósito de provisiones, no un campamento definitivo.
-Soy del parecer de Ciro -dijo el periodista-. Y supongo que los presidiarios han buscado refugio entre los contrafuertes del monte Franklin.
-Entonces, señor Ciro, vamos derechos a la dehesa -exclamó Pencroff-
. Acabemos, porque hasta ahora hemos perdido el tiempo.
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La isla Misteriosa
ClassicsLa isla misteriosa de Julio Verne DERECHOS RESERVADOS AL AUTOR JULIO VERNE YO SOLO SUBI LA HISTORIA