CAPÍTULO V

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ISA

Realmente necesitaba ese baño, aunque siento que huelo a piso sucio aún. Agg.

Me siento en mi cama todavía con la toalla envuelta en mi cuerpo, mi mente sigue dándole vueltas a lo que pasó hace más de una hora. Estoy molesta, Micky es un niño hermoso e inteligente, pero parece que trata de alejar a las personas con su comportamiento. Teme apegarse a alguien, tal vez no quiere perder a alguien más, como sucedió con su madre.

Bueno, eso de ver “En terapia” ha abierto mi cerebro a un análisis psicológico. ¿Tal vez debí estudiar esa carrera? Me iría mejor económicamente, porque todos tenemos cosas detrás, situaciones que nos atormentan, nuestros propios demonios. No, creo que no. En estos momentos estoy más calificada como paciente.

Entiendo que Stefan no quiera decirle nada a su hijo porque son ellos dos solos contra el mundo, sin embargo, tiene que ponerle un límite a su pequeño ángel. 

AL DÍA SIGUIENTE…..

STEFAN

Luego de lo sucedido ayer, tuve una larga charla con Micky. Siempre he dejado pasar su falta de respeto hacia las niñeras porque lo veía como una forma de llamar mi atención, además algunas de ellas no eran de mi agrado. Pero, esta vez se pasó. Isa ni ha sido más que cariñosa y linda con él, a pesar de no querer este empleo desde el principio.

Al hablar con mi pequeño demonio me di con la sorpresa de que él tampoco quería que Isa se vaya, simplemente pensó que como ella no se quejaba de sus bromas, no habría problemas. Gran equivocación, si nuestra niñera sigue en la misma posición, ambos estaremos mal por su partida. 

Un suave toque en la puerta de mi oficina llama mi atención. 

- Pasen - Digo distraídamente mientras acomodo algunos papeles encima de mi escritorio.

- Buenos días, Stefan - Una dulce voz llama mi atención. 

- Ah, buenos días, Isa. - Me levanto torpemente para acercarme a ella y guiarla a su asiento, frente a mí. Está tan linda con su cabello suelto, blusa blanca cruzada hasta la cintura, con unos espectaculares jeans azules y, zapatos de tacón y bolso negro que combinan a la perfección.

Ya en nuestro lugares correspondientes empiezo. - Gracias por venir hoy, realmente espero que lleguemos a un acuerdo y te puedas quedar. 

- Te dije que vendría hoy, no deseo que las cosas terminen mal entre nosotros.

¿Terminar? No, voy a hacer hasta lo imposible para que se quede. 

- Sé que sigues molesta por lo ocurrido ayer. Pero, por favor quédate. Hablé con Micky y prometió que ya no haría ninguna travesura, también está arrepentido  no fue su intención que te vayas, solo…

- Un momento, Stefan. Hoy vine con la intención de devolver las llaves de tu casa y despedirme de Micky y de ti. Entiendo tu posición como padre, necesitas que alguien cuide de tu hijo mientras trabajas, sin embargo, yo ya no estoy dispuesta hacerlo. No tanto por lo ocurrido sino porque como has actuado tú después.

- ¿A qué te refieres con eso? - La miro con extrañeza y ella suspira resignada.

- Comprendo que como son ustedes dos nada más, quieras darle todo a tu hijo pero no le has puesto límites ni reglas. Lo siento, pero a pesar de ser un niño inteligente y vivaz, es un malcriado.

- ¿Qué estás diciendo? Entiendo que sea traviesos, sin embargo no considero que sea malcriado, es un buen niño. Además, Micky te hacía esas travesuras constantes porque tu no le decías nada, no le ponías “límites”.  - Recalco la última palabra haciendo el gesto de comillas con mis dedos, muy a la defensiva.

- ¿Ahora es mi culpa que se comporte de esa forma? ¿Es en serio? Eres increíble, no niego que Micky sea un buen niño, solamente digo que podrías poner algunas normas que le ayuden a ser mejor persona. Porque ese comportamiento no viene desde ahora, en la escuela es igual. ¿No te das cuenta? Sabes, te dije todo esto porque pensé que reflexionamos y harías un cambio en la crianza de tu hijo pero veo que tu orgullo puede más, no aceptas la opinión de nadie, ni quiera de la mujer que ha estado con tu hijo la mayor parte del día durante una semana, que según tengo entendido es el periodo más largo que a durado una niñera. 

- Tienes razón, no acepto opinión de nadie cuando se trata de mi hijo, ese es mi asunto. Si no te sientes cómoda con eso, no deberías quedarte.

Lo digo tan rápido y con rencor que no me doy cuenta de mis palabras hasta segundos después de haberlas mencionado. Me arrepentí al instante de haber dicho tremenda idiotez, yo quiero que se quedé, pero cómo ella dice me ciega el orgullo. Y me doy cuenta de mi error al ver su rostro desencajado. Pasamos un minutos sin decir nada, solo nos miramos, hasta que ella corta el silencio con una risa con poco humor en ella.

- Bueno, me alegra saber que coincidimos en algo. Aunque, aún así me entristece que no aceptes esta situación y sobre todo dejar a Micky así. - Se levanta y se coloca el bolso sobre el hombro izquierdo - Y tengo que decir que no me asombra que seas un imbécil a pesar de los años.

Y con esa última frase se va de mi oficina dejándome aún sentado en mi sitio pensando en que debí hacer las cosas mejor. Sobre todo ¿Por qué soy un imbécil a pesar de los años? ¿Ya nos conocíamos? 

De la cena al postre, hay un bocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora