CAPÍTULO XXVIII

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ISA

Bajo del auto de Stefan, frente a su edificio y no puedo describir lo increíblemente agradecida que estoy con mi mejor amiga. Me encanta pasar tiempo con Micky y Stefan, pero necesitaba pasar tiempo completamente a solas con mi sexy novio. Los besos que nos dábamos cuando nuestro niño no estaba cerca y no nos veía estaban bien, sin embargo, uno necesita más y ya no es suficiente imaginar cómo sería, lo quiero experimentar, lo quiero sentir, lo quiero todo y absolutamente para mi.

Cruzamos el umbral de la puerta y no resistí, lo bese sin ni siquiera cerrar la puerta antes, los besos y caricias que nos habíamos dado cada vez que había una luz roja o antes de bajar del carro me han encendido lo suficiente para quitarme la vergüenza de reclamar lo que tanto quería desde hace tiempo.

Stefan me sigue el beso, sus manos se posan en mis caderas y me empuja contra la pared al lado de la puerta, la cual cierra empujándola con su pie. Su lengua se mueve rítmicamente junto con la mía, mis manos suben hacia su nuca y mis caderas presionan contra las suyas buscando la fricción que tanto anhelo. Él se da cuenta de esto y me levanta del suelo y colocó mis piernas alrededor de su torso, rompiendo nuestro beso. Nos miramos con los ojos brillosos y la respiración entrecortada.

- Te ves hermosamente desastrosa. - Me sonríe y acaricia mi mejilla con su pulgar.

- Hermosa lo acepto, pero ¿desastrosa?

Él se ríe y ahora pasa su pulgar por la comisura de mis labios, y me muestra lo que ha recolectado. - Lo digo porque me gusta ver tu labial corrido por mi.

- Y a mi me gusta ver mi labial en tu rostro. - Le digo mientras imito su gesto anterior y limpio los rastros de mi labial rosado de sus labios.

Stefan me vuelve a besar y nos traslada al sofá de la sala, él sentado en los cojines y yo sobre su regazo. Sus besos bajaron hacia mi cuello, y mi ropa le impedía seguir bajando, por eso levantó los brazos para que él me quite la blusa, dejando así al descubierto mi brasier de encaje verde esmeralda. Los ojos de Stefan rápidamente escanean mi pecho, posando sus manos sobre mis senos.

- Las había extrañado. - Dice mientras acerca su rostro a mi cuerpo, lo que me hace reír.

- Yo no puedo ser la única que se ha quitado algo de ropa. - Encuentro la basta de su polo y la jalo hacia arriba, él levanta los brazos y tira está a un lado del sofá.

Mis ojos y dedos deambulan por las líneas marcadas de sus músculos, sé que va al gimnasio con regularidad pero no imagine que se vieran así. Mis manos presionando su abdomen, el cual se encuentra rígido en este momento. Mi vista se posa en lo hay más abajo de este, esa montaña incipiente que sobresale de sus pantalones. Mis manos bajan, acarician la piel que encuentra en su camino, hasta llegar al lugar prometido, al que he fantaseado ver, tocar y sentir. Presiono sobre este con mi palma, sintiendo su calor y dureza. Haciendo que toda la sangre de mi cuerpo vaya directo a la parte baja de mi cuerpo, esa que quiero que Stefan entre y nunca salga. Escucho que Stefan suelta un gruñido bajo, lo cual me incita a realizar el mismo movimiento que antes.

- Cariño, espera. - Retira mi mano de donde está. - Todavía tenemos tiempo de sobra, aun hay lugares de tu cuerpo que quiero explorar.

STEFAN

Después de detener a Isa, la llevo a cuestas hacia mi habitación, posó su hermoso trasero sobre mi cama y la tumbo boca arriba. Junto nuevamente mis labios con los de ella, nuestros zapatos desaparecen al igual que nuestros pantalones, quedándonos en ropa interior. Me alejo de su dulce boca para apreciar cada centímetro de ella, su cabello alborotado, sus labios hinchados por nuestros besos, pequeñas marcas rojas construyendo un camino hacia sus pechos, el conjunto de encaje color verde esmeralda que está causando que solo quiera hundirme en ella en este mismo momento, todo en Isa es perfecto.

Instintivamente mi mano se sumerge en mi calzoncillo y comienza a desplazarse por mi necesitado pene. Isa me imita y mete su mano en su trusa. Dios, esta mujer me va a matar. Puedo ver cómo sus dedos suben y bajan, centrándose principalmente en el punto más alto de su vulva, y de su boca comienzan a salir pequeños gemidos de placer y sin darme cuenta yo también estoy igual.

- Ven, te necesito aquí. - Isa pronuncia las palabras entre jadeos, y toma asiento.

No digo nada y la obedezco, me paro frente a ella, acariciando su cabello. La mujer más sexy que he visto comienza a bajarme la ropa interior, liberando mi miembro. Ella lo observa, trazando con sus dedos las venas de este y, hace algo que no esperaba, empieza lamiendo la punta, seguido de la longitud, como si fuera un paleta de helado.

Mi mano que acariciaba su cabello se ha convertido en un puño jalando de este hacia delante para conseguir que su bella boquita tome más de mi. El placer corre por mi cuerpo y sonidos bajos brotan de mi garganta, haciendo efecto en ella, puesto que comienza a balancearse sobre la cama buscando fricción.

- Cariño - digo apartando su boca de mi. - se que estas entretenida ahí, pero no creo poder soportar más y solo quiero venirme dentro de ti ahora. Tu dulce boquita la probaré después.

Ella me suelta y pasa sus dedos por las costuras laterales de su trusa para deshacerse de esta. - Estaba esperando que digas eso. 

De la cena al postre, hay un bocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora