CAPÍTULO VII

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STEFAN

- Hola, Isa. Son para ti. - Micky se acerca a su niñera, o espero que lo siga siendo. Ella se ve sorprendida, con la boca un poco entreabierta, acción que me hace ver sus labios detenidamente, provocando una ola de deseo en mi de solo pensar en qué podría hacer con esa boca. Sigo ensimismado en mis pensamientos que no noto que ahora Isa tiene las flores y está agachada frente a mi hijo, quien le da un abrazo y un beso sonoro. Suertudo.

- Gracias, pequeño señor. - Dice la sexy niñera, con los ojos un tanto llorosos. Uff, lo que daría por tenerla igual pero en una situación diferente. Pero, fuera de mis pensamientos libidinosos, siento una gran emoción al ver que mi pequeño ángel sea cariñoso con otra persona que no sea yo. No lo había sido desde la muerte de su madre.

- ¿Podemos pasar? - Interrumpo el bello momento porque sino él que empieza a llorar soy yo.

- Si, si, claro. Pasen por favor. - Se pone de pie y nos abre más la puerta para que podamos entrar a su hogar. Al entrar noto que está todo muy bien ordenado, con razón mi casa desde que ella está con nosotros esta mucho mas ordenada y limpia. No me había dado cuenta de todo lo que hacía además de cuidar al pequeño demonio.

- ¡Ahh! - Grita mi hijo y lo busco rápidamente con la mirada.

- ¡Mira papá, un perrito! ¡Es tan lindo! - Micky sale corriendo para acariciar a un perro orejón.

- Ten cuidado, no seas brusco, no lastimes al perrito. - Entonces, el sonido de una risa suave me hace voltear para ver a mi sonriente chica de cabello castaño, ahora amarrado con una cola alta.

- Está bien, Scoo también juega brusco. Micky, toma le gusta jugar con esta pelota y si se aburre en su cama está su peluche favorito. - Menciona señalando un pequeño puff color azul que se encuentra en el pasillo hacia una habitación, que supongo que es la suya, lo cual me causa mucha curiosidad.

Mientras mi hijo juega con su nuevo amigo, tomó asiento en el sillón color beige al lado de Isa, que lleva un rato sentada ahí después de haber puesto las flores en un florero sobre la encimera de su cocina.

- No puedo creer que hayas comprado flores y hecho que tu hijo me las entregue para que vuelva a trabajar contigo. - Lo dice enmarcando en su rostro una sonrisa juguetona.

- Tengo que admitir que no fue mi idea, sino la de Micky. Insistió que esta era la única forma en la que nos perdonarías y volverías .

Se ríe. - No puedo creer que se acordara de lo que le dije, el niño aprende rápido. Sin embargo, ¿crees que con esto volveré a trabajar para ti?

- No, no creo que sea suficiente. Isa, realmente siento cómo te hable hoy en la mañana - Suspiró resignado. - Sé que mi hijo no es el mejor portado y que algo de culpa tengo. Sin embargo, es mi pequeño y creo que eso me cegó y me puso a la defensiva. Le prometí a su madre que lo haría un hombre de bien, pero solo lo he engreído, permitiendo que se porte mal y trate mal a los demás.

- Lo entiendo, no te culpes mucho, así son los niños. Además, yo también te debo una disculpa. Obviamente tenía razón, - se señala a sí misma y levanta las cejas de forma exagerada, haciendo notar su tono de burla - pero no fue la forma adecuada de decirlo.

- ¿Eso significa que todo está perdonado y vuelves con nosotros? - Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y yo tengo de sobra en este momento, y no solo eso, sino paciencia también porque esta hermosa mujer me hace esperar su respuesta.

Me mira como si me estuviera analizando, luego ve a Micky jugar con su rechoncho perro y sonríe, y sé cuál será su decisión final.

- Sí, volveré con ustedes. Aunque tengo condiciones.

- ¡Lo que quieras! Tú dime y yo lo hago realidad.

Me mira pícaramente y espero que tenga en mente lo mismo que yo, porque de ser así le daría eso y más. Para ser explícitos, le daría hasta no poder más. Entonces, como si leyera mis pensamientos lascivos, cambia su expresión a una seria pero suave y comienza a hablar.

- Quisiera que tengamos una especie de reunión a la semana para conversar sobre las cosas de Micky, su comportamiento, la escuela, las actividades que realiza, entre otros. Para así, poder estar de acuerdo en la crianza de nuestro pequeño demonio. - "Nuestro", hace tiempo no usaba ese término con alguien, me gusta.

- Lo que quiero lograr es que cuando no esté, tengas un plan listo para que la persona que me reemplace pueda trabajar bien con Micky. Y así conseguir que él sea la persona que su madre y tú quieren que sea.

- Gracias, en serio, gracias. Aprecio eso, en definitiva tendremos esas reuniones. Ah, por cierto Isa, nadie podría reemplazarte, nadie es como tú. - Nos quedamos sonriéndonos mutuamente en silencio, vemos como Scoo juega con nuestro pequeño ángel. Esos dos se llevan muy bien. Pensaría en tener un perro solo si tuviera tiempo, porque una mascota demanda tiempo, no se puede tener por tener.

Entonces, rompo el silencio con la pregunta que lleva en mi cabeza desde que me dejó en mi oficina en la mañana.

- Isa, una pregunta.

- Si, dime - Me responde distraída.

- ¿De dónde nos conocemos? Porque sé que no es de hace una semana.

De la cena al postre, hay un bocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora