''En mis recuerdos''

''Capítulo 43''

Por Ren:

No voy a mentir, tener a la señora Kim frente a mí me causaba escalofríos por todo el cuerpo, era como ver al mismísimo demonio. El mismo demonio que se había encargado de destruir mi vida y hacerla un infierno. Pero gracias a los chicos y a las terapias, hoy sé que soy capaz de hacerle frente y no permitir que me haga más daño.

Por eso, decidí hablar con ella en privado, donde nadie pudiera interrumpirnos. Y evitando que mis padres se enteren de la verdad, de que esta mujer que se supone sería mi futura suegra, no solo había arruinado mi vida al lado de JongHyun; sino que también había arruinado la vida de mis hijos al lado de su padre.

—Bien, ahora si podemos hablar, señora.—indiqué, mirándola fijamente. Muchas veces imaginé como sería conocer a la madre JR, pero jamás me imaginé que podría llegar a odiarla tanto sin siquiera conocerla.—¿Qué hace aquí y qué diablos es lo que quiere?

—Por lo visto no tienes modales, aunque era de esperarse, ya que es evidente que no perteneces a nuestra misma clase social.—mencionó, emanando esos aires de superioridad que JR tanta veces me contó y los cuales, por cierto, siempre llego a odiar.—De hecho, no puedo entender como hijo pudo involucrarse con un degenerado como tú.

—Un momento, señora, no le permito que me falte al respeto.—indiqué molesto, sintiendo las ganas de querer abofetearla.—Podré no ser de su clase, pero sé muy bien que usted no es nadie para venir a ofenderme en mi propia casa.

—El único que no es nadie aquí, eres tú. Se muy bien que intentaste quedarte con mi hijo y su fortuna, pero eso jamás lo voy a permitir.—continuó igual de déspota, ahora podía entender porque mi JongHyun no quería tener nada que ver con ella. Eran totalmente diferentes.—Y si vine hasta aquí, es porque te vengo a exigir que te alejes de mi hijo y no te le vuelvas a acercar nunca más.

—Se equivoca, usted no es quien para venir a exigirme nada. Además, eso no depende mí, sino de JongHyun.—comenté, con las ganas de llorar a flor de piel, pero no por tristeza. Sino por rabia e impotencia.—Porque él me ama y no tengo la menor duda de ello, ya que yo también lo amo con toda mi alma. Y de no ser por usted, hoy en día estaríamos felizmente casados y formando nuestra propia familia.

—¡Cállate, no digas tonterías!—exclamó en voz alta, resonando por toda la habitación. Era evidente que mis palabras le molestaban, lo suficiente como para alterarla.—¡Mi hijo jamás se va a casar contigo, antes muerta que permitir esa abominación!

—Lo siento señora, pero así mueva cielo y tierra, eso no cambiará lo que su hijo y yo sentimos el uno por el otro.—respondí, con la más amplia sonrisa que pude mostrar. Sabía que JongHyun ya no estaba conmigo, pero no le iba a dar el gusto a ella de venir a menospreciar el gran amor que alguna vez hubo entre nosotros.

—Muy bien, tú ganas.—dijo, cambiando totalmente de actitud, con tanta tranquilidad que comenzaba a asustarme. Incluso, comencé a dudar sobre su salud mental.—Dime, ¿cuánto quieres?

—¡¿Disculpe?!—exclamé, no sólo incrédulo, sino más bien perplejo e indignado. No podía creer que aquella señora pudiese caer tan bajo con tal de salirse con la suya.—Le pido que no me ofenda de esa manera, señora Kim. Yo no soy lo que usted piensa, mi interés por su hijo no es para nada económico, sino más bien sentimental. Yo amo a su hijo, y el amor que le tengo no tiene precio alguno.  

—¡Ay, por favor! No tienes que disimular conmigo.—exclamó de vuelta, con una leve sonrisa, una llena de malicia por supuesto. Justo para abrir su bolsa y sacar una chequera.—Solo dime, ¿cuánto dinero quieres para que te mantengas alejado de mi hijo para siempre?