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Pov omnisciente

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Pov omnisciente


Porque para Daniela siempre fue un reto muy grande el levantarse temprano, aunque se tratara de un reencuentro con amigos de hace muchos años, y que esta vez los vería en persona. Y por esa justa razón, la castaña ahora rápidamente se vestía, cambiando su cómoda pijama por ropa para poder estar presentable para salir. Aunque se sabía que su ropa no era tan diferente a su pijama.

– ¡Mierda!– Maldijo en susurros torpes después de haber golpeado su pequeño dedo meñique del pie contra un mueble.

Siempre que le sucedía esto, o sea muy a menudo, se cuestionaba que era más estúpido, si que existiera un dedo el cual siempre se golpeara contra esquinas de muebles, parecía que era un imán de golpes; ó que ella no cambiara de lugar aquel mueble, siempre se golpeaba con ese mueble, y nunca se le había ocurrido la idea de cambiarlo de lugar. O tan solo de ponerse algunas chanclas.

– Estúpido dedo meñique, solo sirves para que el pie no luzca raro, además de ser adorablemente pequeño.– Ponía rápidamente sus calcetines, para que torpemente metiera a presión sus tenis, pues ella siempre decía que era algo tonto tener que desabrochar las cintas de los tenis para poder meter tu pie, si solo simplemente podías meterlo a presión.

Tomó rápidamente su bolso, que ya dentro de este contenía lo necesario para sobrevivir un rato afuera de casa, cómo su teléfono, llaves, cartera, cargador, audífonos, chicles, gloss y por supuesto su pequeño, pero confiable, taser, nadie nunca sabía que loco se te podía cruzar por las calles. Con eso de que eran tan seguras.

Salió de casa. Dispuesta a emprender una gran caminata a casa de sus amigos, creía que unas cuantas cuadras no le hacían daño caminar a nadie. Total, en forma ella estaba.

[...]

Tocó el timbre con desesperación tres veces, rápidas y continuas, le estaban matando los pies un poco, haber caminado 25 cuadras, y 7 de ellas eran panteoneras, no había sido su idea más lista, pero si su idea más ahorrativa.

– ¡El Coppel!. – Dijo con burla la castaña, esta vez tocaba con sus nudillos la puerta de sus amigos.

Se pudieron escuchar pisadas acercarse, miró de nuevo la dirección en su teléfono, aún era tiempo para rectificar que fuera la dirección correcta, y si por lo contrario no lo fuera podría darse a la fuga, como cuando era pequeña y salía a divertirse con sus amigos a tocar tiembles para salir corriendo, ó en su defecto tocar la puerta directamente con sus nudillos gritando "el Coppel", "la leche" o simplemente "la renta".

La puerta marrón de la casa se abrió dejando ver a una mujer muy joven, en su rostro adornaba una gran sonrisa que debido a ello achinaba sus grandes ojos cafés obscuro.

𝐁𝐞𝐜𝐚𝐮𝐬𝐞 𝐢 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 - 𝐑𝐨𝐢𝐞𝐫 𝐲 𝐭𝐮́ -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora