Sus ojos cafés me miraban fijamente, aquellos ojos que solo había visto a travez de una pantalla. Sus sonrisa era aún más linda de lo que creí que iba a ser en persona. Ella era simplemente perfecta...
>> Historia 100% mía, cualquier copia o adaptac...
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Pov omniciente
– ¡Roier!.– El gritó salió ahogado en una carcajada.
– ¡No veo nada!.–
– Ya se que no lo haces, pero tampoco me escuchas.– Las carcajadas de la chica apenas y le permitían hablar.
Habían pasado la última hora y media jugando un juego de Roblox en pareja, uno de ellos no veía y el otro debía guiarlo dándole instrucciones. A Roier la había tocado no ver, y Dani debía dar instrucciones, cosa que nunca le pareció fácil.
– Roier, escúchame, escúchame. Hay una mierda que debes saltar–
– ¿O sea una popó?.– La interrumpió.
– No, o sea es un coso que debes brincar, porque si lo pisas te mueres.– Explicó la castaña.
– Creo que eso lo noté desde hace 20 muertes atrás.– Roier soltó una carcajada.
Y tenía razón, ya había estado en este nivel desde unas 20 muertes atrás o hasta más.
– A ver, avanza solo un poco.– Roier le hizo caso, haciendo que su personaje caminara solo un poco.– Un poco más, solo muy poquito.– Comenzó a cansar lento y muy poco.– Okey, debes de brincar, pero te tienes que dirigir a la derecha, ¿okey?.–
Roier acató las órdenes de la castaña con cuidado.
– No, a la derecha Roier. Derecha.– gritó al ver como le personaje del pelinegro moría instantáneamente al pisar lo que mataba su personaje.
– ¡Esa es derecha!.– Dijo Roier.
– Ou, em digo, izquierda.– Dani solo pudo hacer una cara de que la había cagado con su dislexia.
El solo rió ante la equivocación de la chica que tuvo por aproximadamente más de 30 minutos, diciendo la dirección incorrecta como si fuera correcta.
[...]
– ¿Me dirás que fue malo el rato que jugamos?.– La castaña solo se recargó en su regalado de la silla, esperando la respuesta del pelinegro en llamada.
Habían dejado de jugar y estar en directo desde ya hacer rato, ambos se habían quedado en llamada para platicar un rato, total, ninguno de los dos tenía algo que hacer en lo que restara del rato.
– No negaré que me divertí mucho, debo admitir que creí que sería peor.–
– ¡Oye!.– Fingió ofenderse, colocando dramáticamente una de sus manos sobre su pecho.
