Capítulo 32 - La ciudad eterna

54 10 5
                                    


Drake

Al llegar al hotel la noche anterior, después de su primer viaje en avión y del paseo nocturno, estaba tan cansado, que en cuanto se acurrucó al lado de María, en la enorme cama de la habitación, se quedó completamente dormido.

Cuando se despertó, María ya se había duchado y estaba entretenida, decidiendo qué ponerse.

Las vistas que tenía desde la cama eran inmejorables y no eran precisamente de la ciudad. Su chica, solo llevaba puesta la ropa interior y unas preciosas medias negras.

Si no estuviésemos en Roma... pensó mirándola embobado.

- Buenos días mi amor, le dijo María con una sonrisa, al darse cuenta de que ya se había despertado.

Si le gustaba que le llamase amor, escuchar el "mi" delante, le encantaba.

- ¿Cuál es la ruta de hoy pequeña? preguntó levantándose de la cama.

En ese momento, tuvo que apartar la mirada de sus piernas, si seguía mirándolas así, no iba a poder resistirse a acariciarlas. Y sabía que, si lo hacía, no saldrían de la habitación en lo que quedaba de día.

Dios, adoraba las ganas que siempre tenían el uno del otro.

María, sin darse cuenta de lo que él estaba pensando, cogió de su bolso el mapa que habían comprado en el aeropuerto y lo miró concentrada.

- Ahora te cuento la ruta amor, dame un segundo le dijo tirando el mapa sobre la cama.

La vio acercarse a su "pequeña" maleta. No tenía ni idea de lo que estaba buscando, pero si tuviese que apostar, apostaría a que nadie sería capaz de encontrar algo ahí dentro.

Estaba disfrutando de verla volverse loca, removiendo la ropa y abriendo todos y cada uno de los bolsillos y cuando se fue a acercar, para intentar ayudarla, María gritó emocionada:

- ¡Aquí está!

Tenía en las manos un pequeño paquete.

- ¿Qué es? preguntó curioso.

Antes de abrirlo, María le explicó, que sus amigas le habían dado un regalo para los dos y que la habían hecho prometer que no lo iban a abrir hasta que estuviesen en Roma.

María

Al abrir el regalo que sus amigas le habían dado, se encontró con un sobre en el que habían escrito sus iniciales, D y M, y un montón de corazones.

Serán horteras mis niñas pensó sonriendo.

En su interior, había dos entradas, para una visita guiada, al día siguiente, por los museos del Vaticano.

Menos mal que me he acordado y lo he abierto hoy se dijo a sí misma.

Cuando se lo enseñó a Drake, que estaba expectante a su lado, no pudo disimular su cara de sorpresa. Le hizo muchísima ilusión saber que también conocerían el Vaticano.

Mientras esperaba a que su chico saliese de la ducha, terminó de arreglarse. Para ser enero, hacía una temperatura espectacular y quería aprovecharlo. Había decidido ponerse un vestido largo de flores, con unas botas cowboy y para completar el outfit, su cazadora favorita de cuero.

Estaba enviando un selfie con las entradas al grupo que tenía con las chicas, cuando vio salir a Drake del baño, ya preparado para salir.

Jo - der pensó nada más verle.

Vaqueros negros, jersey marrón oscuro y la había copiado, también llevaba puesta una cazadora de cuero, aunque no era de color negro.

No quería imaginarse la cara de idiota que había puesto al verle.

Llévame a la luna y abrázame en el caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora