Capítulo 40 - ¿Y si...?

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María

No sabía exactamente en qué momento se había ido Drake, pero en cada rincón de la casa, se respiraba su ausencia.

Era insoportable.

Llevaba horas tumbada en la cama, dando vueltas de un lado a otro, buscando unos brazos que sabía que no iba a encontrar.

No dejaba de pensar que su vida se había convertido en un castillo de naipes, que por más que lo intentase evitar, estaba a punto de desmoronarse.

Había perdido su trabajo, Drake se había ido y estaba permitiéndose, sin oponer resistencia alguna, que sus demonios la ganasen.

Pero lo que más daño le estaba haciendo, era saber que ella misma había sido la culpable de encontrarse en la situación en la que estaba.

Una vez más se había permitido auto sabotearse...

Y sí finalmente le perdía, si esto era el final, ella sería la única culpable.

Drake

No había parado ni un segundo, desde que cerró la puerta de casa, hasta que llegó al hotel, no había tenido ni un solo minuto para pensar.

De camino, Poli le estuvo explicando, por vigésima vez, los pasos que tenían que seguir durante la semana, para que todo fuese según lo previsto y mientras cenaban, se habían dedicado a matizar cada pequeño detalle de las tres reuniones que tenían programadas al día siguiente.

Cuando finalmente llegó a su habitación y por fin, se quedó solo, la realidad le invadió.

Había salido de casa sin decir ni una palabra.

No había sido capaz de entrar en la cocina a despedirse de María.

¿Cómo había sido capaz de largarse así? Se recriminó a sí mismo intentando tranquilizarse.

Estaba de los nervios, se había comportado como un completo cobarde.

Mientras se duchaba, recordó como María le había pedido que esperara cuando vio que había tocado su límite... y él, dejándose guiar por su orgullo, no había sido capaz de escucharla.

Necesitaba procesar todo lo que había pasado y no estaba siendo capaz de razonar.

Por primera vez, desde que estaban juntos, tenía tantos sentimientos encontrados que no tenía ni la menor idea de cómo actuar.

María

Vio amanecer sentada en la cama, no había dormido nada y aunque estaba agotada, tenía claro que no podía pasar ni un segundo más allí.

No sin él.

La casa se le estaba cayendo encima y obligándose a moverse, se dispuso a preparar algo parecido a una maleta.

- ¿Estás despierto? Le escribió a su hermano por WhatsApp.

No tenía ninguna esperanza de que la contestara a esas horas, pero lo hizo.

- No, estoy dormido.

Al leer su respuesta, pensó que sólo él podía hacerla reír en un momento así.

- Te invito a desayunar, le respondió guardando su cepillo de dientes.

- Seguimos teniendo cafetera en casa, así que te espero aquí.

Sabía que Pedro le haría preguntas en cuánto llegase a buscarle, pero necesitaba salir.

Cogiendo el resto de sus cosas, se auto convenció de que volver estos días a casa de sus padres, a la casa que siempre había sido su refugio, era lo que necesitaba...

Llévame a la luna y abrázame en el caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora