Laia había decidido andar desde el Parque del Cincuentenario hasta algún bar cercano a su apartamento, junto al Parque de Bois de la Cambre, con intención de emborracharse y dormir lo que quedaba de día, por lo que, de camino a casa, paró en un ultramarino regentado por indios y compró una botella de ron. Con eso y los porros que le quedaban en casa sería suficiente.
Tras la casi hora completa de caminata había llegado rendida a su apartamento, lo cual era bueno para su plan. Si no conseguía empalmar la tarde y la noche durmiendo, saldría a beber. El plan era perfecto. Siempre funcionaba cuando su cabeza era un torbellino, y lo había sido toda la hora de trayecto.
Entró en el apartamento, y The Grinch, su gato, la esperaba tras la puerta, con su habitual cara de reprobación y enfado perpetuos, acentuado por sus ojos naranjas sobre larga pelambrera blanca. Sería un gato bonito si no tuviera esa cara de pocos amigos.
—Lo sé —le dijo Laia al gato—. Debí hacerte caso y rechazar a ese hombre desde el primer momento. —El gato la siguió en el corto espacio que ella recorrió para dejar bolso, llaves y botella sobre la barra americana de la cocina—. Pero también sabes en la situación en la que me encuentro. Apenas llego a fin de mes.
Laia sacó un vaso de uno de los armarios roñosos y lo llenó con dos hielos y ron hasta la mitad del vaso. The Grinch se subió a la mesa y la observó, con su cara de reprimenda. Laia sacó de la nevera dos salchichas y dos hogazas de pan, ya eran las dos, y no había comido. Le dio un trozo a The Grinch, que ignoró, como solía hacer.
Se tumbó en el sofá y se puso la tele, sin fijarse en lo que había, pues solo podía darle vueltas al embrollo en el que se había metido. Se comió el intento de sándwich de mala gana y deprisa, junto con el vaso entero. Se sirvió otro y se hizo un porro de marihuana. Debía de estar en una pesadilla, no en un sueño.
Dejó el vaso y se dirigió a la cama, se desnudó casi por completo y se metió dentro, dispuesta a no soñar más con todo eso.
Sin embargo, la mente la traicionaba, y soñó con seres de ojos amarillo dorado y sonrisas siniestras, terribles y perfectas. Una de esas pesadillas la arrancó del sueño entre sudores fríos y con el corazón acelerado. Se incorporó repentinamente sobre la cama. Estaba oscuro, por lo que dedujo que había dormido desde las dos hasta la noche.
Cogió el móvil del estante que tenía encima de la cabecera de la cama. Dos llamadas perdidas de un número desconocido. Una de las tres de la tarde y otra de hacía apenas una hora. Eran las diez y veintitrés de la noche.
Le dolía la cabeza, consecuencia de las copas y el porro anteriores. Encendió la luz de la lámpara sobre su cabeza. Descubrió a The Grinch a los pies de su cama, extrañamente sentado, mirando hacia...
—¡¡Joder!! —soltó Laia por el susto.
Coven estaba contra la pared, a sus pies, de pie, con los brazos cruzados, observándola, con esa expresión burlona y atractiva. Y no era para menos, Laia estaba desnuda casi por completo; solo llevaba las bragas. Se dio cuenta tarde de ese detalle y sus prisas por taparse con las sábanas fueron en vano, ya la había visto desnuda. Y para colmo, despeinada y con resaca.
—Tu forma de aparecer de la nada y encima dentro de mi casa sin consentimiento... podría llamar a la policía —le recriminó—. ¿Te importaría girarte? Necesito ir a por ropa.
—Ya te he visto desnuda —contestó él con sonrisa maligna.
—Encima recuérdamelo —suspiró ella—. Aun así, mis bragas no son muy sexies, así que si haces el favor.
Coven sonrió de nuevo (más bien no había dejado de hacerlo) e hizo lo que dijo, yéndose hacia la cocina, que realmente estaba a tres pasos de su actual sitio. Laia se levantó corriendo y fue hacia el armario empotrado, donde cogió una camiseta de algodón, de chico, y unos pantalones cortos, además de unas bragas más bonitas, por si acaso. Nunca se sabía.
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Negra Sangre I: Elegida (Completa)
VampireLIBRO PRIMERO: NEGRA SANGRE Bruselas 2014 Laia no es su verdadero nombre. Su vida es un constante huir de su pasado, y desde el primer momento que inició esa carrera buscando un futuro prometedor, se encontró con un terrible presente, una realidad c...