CAPÍTULO 14 - PARTE 1 - LAIA: Más sobre los vampiros

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Se acercaba la hora de despegue hacia Copenhague, y Laia se sentía nerviosa. Durante toda la semana anterior, en la que había trabajado cada noche con Coven en las discotecas y clubs de Bruselas para conocer su cartera de clientes, había sacado tiempo para investigar sobre el Club Bilderberg.

Ese año se celebraba la reunión en el Hotel Marriot de Copenhague. Acudirían alrededor de ciento treinta personas, invitadas expresamente por los miembros del club. Laia se iba a cruzar con personalidades de la élite militar, la CIA, del MI6, el secretario general de la OTAN, CEOs de las empresas y bancos más importantes, primeros ministros, como el de Inglaterra, ministros de exteriores, reinas y príncipes de España, Holanda y Bélgica, o editores de grandes periódicos como The Financial Times o Le Monde, y, como no, la Iglesia.

—¿Hagall y Andal van todos los años? —preguntaba Laia a Coven, ya en el avión. Les esperaba tres horas de vuelo. Herlen leía la prensa.

—Sí, en representación de todos nosotros —le contestó.

—¿Por qué ellos? —preguntó en voz baja, para no ser escuchados.

—Hagall, como nuestro líder, es nuestro representante con los humanos, además que fue él el que impulsó la relación con las élites a partir de 1750, ¿no, Herlen? —preguntó Coven al abogado. Éste se limitó a asentir sin despegar la vista del Die Zeit, periódico alemán—. Como llevamos siglos acumulando patrimonio y riquezas, somos la primera fortuna a nivel mundial, aunque como te imaginarás esto no lo sabe nadie.

—¿Somos? —preguntó extrañada. Las grandes fortunas solían ser personales.

—Sí, desde que creáramos los Códigos, se estableció que actuaríamos como una gran familia en cuanto a lo económico, de forma que nos aseguráramos que a ninguno le faltaría de nada. Se hizo esto para proteger a las mujeres vampiro, que lo tuvieron más complicado para integrarse en la sociedad humana, especialmente las que no tenían compañero, aunque alguna de ellas hizo grandes fortunas de ventajosos matrimonios con humanos —dijo con una sonrisa elocuente—. Ellas vivieron más tiempo aisladas y escondidas que nosotros. Todo se comparte, aunque algunos no ingresen nada, otros poco y dos o tres la mayoría. Yo he estado siglos sin aportar nada, y ahora soy de los que más.

—Y sois la fortuna más grande... —Laia intentaba imaginárselo, pero no era capaz.

—Sí, por eso nos invitan todos los años; les interesa que seamos socios, en parte porque el 4... ¿es el 4, Herlen?

—El 5 —le corrigió el abogado sin despegar la vista de su periódico.

—El 5% del territorio del planeta nos pertenece, y para muchos de esos terrenos tenemos acuerdos con los diferentes gobiernos para su explotación, aunque la mayoría los conservamos como parques protegidos —explicaba Coven—. Realmente lo que ha hecho Hagall desde 1750 es crear toda una red clientelar con los humanos que nos asegure nuestra supervivencia, y mantener lo que nos hemos ganado a lo largo de los siglos. Pero con un límite. Lo que nos separa de los mortales es que no participamos en la política de los países; ahí sí que no nos inmiscuimos, por mucho que cientos de gobiernos hayan intentado sobornarnos, tentado con puestos importantes y hasta amenazado. No estamos aquí para gobernar a nadie, estamos para vivir, sin más, pero al ser una minoría tan exigua y excepcional, debemos protegernos las espaldas, y eso implica aliarte con el enemigo. —Se quedó un momento en silencio, sopesando algo de lo que había contado—. La verdad que nuestro estilo de vida y la relativa paz que disfrutamos se la debemos a Hagall; es un magnífico negociador y representante. Él es el puente entre ambas razas. Sabe dar y exigir en la misma medida, y siempre acabamos ganando gracias a él. No existe vampiro más fríamente calculador que él.

Negra Sangre I: Elegida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora