CAPÍTULO 5 - PARTE 2 - LAIA: La cocaína

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—Vámonos —se limitó a decir mientras se levantaba del capó y se dirigía a la puerta trasera del coche.

—¿Vamos a Colonia? —preguntó con timidez una vez dentro.

—No, ha ido Ciro; esto nos retrasaba —contestó imperturbable, seco. Laia no dijo más, no se atrevía.

No sabía dónde iban, y permaneció en silencio durante el viaje, sopesando lo que sabía ahora, y que la hizo retroceder un paso en su reflexión sobre si seguir adelante. A Coven lo llamaban La Sombra, y decían que él y los suyos eran asesinos, sanguinarios y peligrosos. Hasta ahí todo normal, se trataba de lo más lógico en el negocio del narcotráfico. Escandalizaba, pero era lo más normal, ella no se lo imaginaba de otra forma. Que había cumplido ya dos condenas, ella deducía que serían de unos meses, lo normal por tenencia de drogas, suponía, o a lo mejor más por asesinato. Pero lo que más la desconcertaba era el hecho de que hablaran sobre el tiempo que llevaba en el negocio; por más que hacía los cálculos, no le salían las cuentas, y no encontraba explicación. Y, finalmente, le habían llamado "criatura" e insinuaron que no había sido sincero con ella al no confesar "qué o quién" era realmente.

—Coven, han dicho... —trató de preguntarle ella después de un tiempo de viaje.

—Nada de lo que te hayan dicho debe preocuparte —la cortó él, severo.

—Pero... —intentó de nuevo.

—Lo sabrás todo a su debido tiempo, Laia —zanjó él.

Su mirada era más que suficiente para entender que ahí se acababa la conversación. ¿Por qué lo pagaba con ella? ¿No tenía derecho a una explicación? Pero no lo había negado. Coven debía ser consciente de que le habían dicho cosas que él pretendía contarle. Eso era un paso. Sin embargo, seguía sin comprender el porqué de su actitud.

Laia puso atención en lo que veía por la ventanilla, cuando se dio cuenta de que habían salido de Bruselas y que iban dirección a Amberes.

Laia no se había percatado de en qué momento habían salido de la autopista, ya que nadie hablaba; todos parecían tener claros sus cometidos, menos ella, que no tenía ni idea de lo que estaba pasando, y la actitud taciturna de Coven no ayudaba en nada. A los pocos minutos pudo ver más delante a Semyon, junto a otro coche, un Renault Megane blanco. Tarik paró frente a él.

—Quédate aquí —le dijo Coven sin dirigirle la mirada.

Coven y Semyon hablaban, y por la cara del primero dedujo que algo no andaba bien. Miró hacia el coche donde estaba Laia, y Tarik salió, para abrirle la puerta e indicarle, sin palabra alguna, que saliera. Obedeció. La expresión de Coven no le gustaba nada en absoluto. Se acercó a ellos justo cuando él recibió una llamada.

—Insomnia, dónde están —preguntó. Al cabo de un minuto colgó—. Nos vienen siguiendo desde Bruselas, casi desde la misma comisaría. Tendría que haberte dejado en casa —dijo mirando a Laia, pero como si no hablara con ella, siniestro. En ese instante se sintió un estorbo y deseó que la tierra se la tragara—. No obstante, han dejado de hacerlo a la altura de Aartselaar, a mitad de camino, e Insomnia no ha sido capaz de averiguar por qué, pero se han quedado allí.

—Saben lo de hoy —añadió Semyon. Era la primera vez que lo oía hablar, y esa voz grave fue como un mazazo que la heló.

—No, no lo sabían, pero lo han deducido al seguirnos en esta dirección. —Coven se quedó un momento pensativo, mirando a Laia. Ella desvió la mirada. Debía de estar considerando qué hacer con ella. Luego miró de nuevo a Semyon—. Hoy tenía que venir Ciro, y al haber cambiado los planes les hemos dado pistas; ya se están preparando para interceptarnos en algún punto entre Amberes y Bruselas. Utilizarán todas las vías. —Semyon asintió, de acuerdo con la conclusión de su jefe.

Negra Sangre I: Elegida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora