Coven seguía deambulando por la azotea que empleaban como baluarte para vigilar la vivienda de Laia. Como había hecho desde que la conociera, no la dejaba sola ni un instante, y ese sentimiento protector crecía y crecía en él, hasta llevarlo a estados de absoluta obsesión por saber si estaba bien. De hecho, en esos momentos, si no fuera por la pulsera que llevaba y que reportaba sus constantes a Insomnia, estaría muriéndose de agonía sin saber si la fiebre la mataría o no.
No sabía qué plato había roto, pero Laia estaba histérica, abrumada y verdaderamente dolida por lo que había hecho con Rose.
No era la primera vez que se acostaba con Rose. Hacía tres años que la conocía, y no le mintió a Laia cuando le dijo que no tenía nada con la secretaria, porque era una realidad. La chica iba detrás de él, y él se aprovechaba de eso para pasar buenos ratos, aunque no eran nada del otro mundo. Era otro cuerpo más que le daba momentos de calor humano, como tantos otros.
No sentía error en sus actos, y conocía a Rose desde hacía tiempo. Si se trataba de reclamar territorio, ella llevaba más tiempo marcando el suyo; Laia era una recién llegada. Ciro le explicaba que ésta era su visión simplista del asunto, y que debía poner más atención a los sentimientos de las mujeres, porque, sin darse cuenta, se había metido en un lío por dos. Pero él no entendía por qué.
Rose era una compañía esporádica, un cuerpo, sin más. Laia era... Bueno, Laia era especial para él; tanto, que había luchado contra su propio deseo como prueba de que la estimaba, la respetaba y la protegía incluso de sí mismo. Y más aún desde que sufriera lo que sufrió a manos de otro de su especie. No se imaginaba que la chica sintiera tanto por él como para ponerse así. ¿Es que no le había demostrado ya suficientemente su cariño?
Menos mal que estaba Ciro para mediar y tratar de poner paz, o pedir una tregua al menos. Coven temía la ira de Laia, por lo que ni se planteó meterse allí de nuevo. Se había pasado horas en esa azotea, y se preocupó cuando el tiempo pasaba y no había movimiento en el piso. Insomnia lo calmaba, mandándole constantes. La chica debía estar durmiendo. La estupidez de quedarse bajo el riego en la mansión de Fyodor podía costarle un disgusto letal, como ahora le estaba costando a él los nervios.
Dado que su cuerpo no tenía las limitaciones humanas, nunca sabía cómo actuar cuando las personas se enfrentaban a la enfermedad o la muerte. Había visto miles de muertes por fiebre, por infecciones de heridas, por golpes, neumonías, atragantamientos, enfermedades incurables, por desangrado, herida de bala, traumatismos, infartos, y mil causas más que le hacían temer cualquier síntoma como algo letal. Los mortales eran tan frágiles...
—Cálmate Coven —dijo Ciro a sus espaldas, un rato después de que hubiera ido a hablar con la chica—. Está mejor. Es bastante dura.
—Ya lo veo —respondió él mientras seguía andando lentamente, de brazos cruzados.
—No va a dejarnos —Coven sintió gran alivio al escuchar eso—, pero insiste en ser creada —le transmitió su amigo.
—Que se olvide.
—No quieres crearla porque temes la venganza de Ontames —dedujo acertado Ciro—. Se la cobrará esté o no creada. Pero si lo está, tal vez tenga una oportunidad.
—No hay oportunidades ante la ira de un vampiro; no existen —le recordó él. No había nada que pudiera hacer un óbito contra un vampiro por mucho que ganara alguna de sus cualidades con la transformación—. Quiero que tenga la oportunidad de una vida normal. Después de lo que le han hecho es lo mínimo que merece.
—¿Crees que una vida normal es lo que tendrá con nosotros? Bueno, con vosotros —se corrigió Ciro con frialdad—. Si es lo que pretendes para ella, debe dejarnos.
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Negra Sangre I: Elegida (Completa)
VampireLIBRO PRIMERO: NEGRA SANGRE Bruselas 2014 Laia no es su verdadero nombre. Su vida es un constante huir de su pasado, y desde el primer momento que inició esa carrera buscando un futuro prometedor, se encontró con un terrible presente, una realidad c...