CAPÍTULO 12 - PARTE 1 - LAIA: Terrible descubrimiento

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Laia se sentía inquieta por lo que acababa de ver. Ciro había sufrido un ataque estando con ella y se sintió impotente de no poder hacer nada. Pero peor aún era la frialdad de Coven. Cada vez que hablaba con esa severidad, algo se le clavaba dentro. Le acababa de decir que no podía dejarla sola un momento, cuando ella tenía la impresión de no haber hecho nada. Su única obsesión era ser el menor incordio posible y no entendía sus palabras.

Se sentía inútil, pero no podía ser de otra forma, ¿cómo pretendía trabajar con zombis y vampiros? Era incapaz, no era nadie, una ex drogadicta y alcohólica, una ladrona, una irresponsable e inmadura caprichosa; una bailarina fracasada, una marcada por el maltrato incapaz de superar sus miedos, ¡ni siquiera era capaz de llevar su propio nombre! ¿Cómo se podían haber fijado en ella para trabajar en semejante organización? ¿Con esos seres extraordinarios? Tal vez por eso la habían elegido, para utilizarla, porque era tan tonta e ingenua que harían con ella lo que quisieran. Acabaría muerta, o peor aún, en la cárcel, o aún peor, víctima de otro sádico.

—¿Qué te ocurre? —escuchó de pronto. El corazón de Laia dio un vuelco en su pecho al oír a Coven. Volvía a asustarla, a aparecer sin hacer el más mínimo ruido.

—¿Por qué lo dices? —le preguntó rígida.

—Llevas un rato dando vueltas por tu minúscula cocina, pero creo que tu cabeza está dando más todavía —le contestó impasible, apoyado contra el tabique de la entrada con los brazos cruzados. Tan perfecto... ¿Cuánto tiempo llevaría observándola?

—No es nada importante —contestó mirando al suelo.

—Lo es. —Se acercó a ella y sostuvo sus hombros.

La miró fijamente a los ojos, tratando de adivinar. Laia se perdió entonces en ese dorado pálido y siniestro, mágico e imposible. Era aún más claro que un avellana o castaño claro de un mortal. Al parecer, ya no emplearía las lentillas oscuras estando con ella. Mejor. Era infinitamente más atractivo con ese color en su mirada ladina.

—Estoy sopesando si seguir con esto, Coven...

—¿Llevas un día y ya lo dejas? —le preguntó con una sonrisa. Estaba bastante relajado en ese momento.

—Creo que soy una molestia y estoy segura que una inútil para este trabajo —le contestó con toda la sinceridad. Si la quería se la daría.

—Si es por lo que te he dicho antes te pido disculpas; estaba tenso —dijo sin soltarla—. Pero si quieres dejarlo... No puedo obligarte Laia.

Lo miró sorprendida por el comentario. Ella esperaba que le rogara, que le pidiera que se quedara, que tratara de convencerla. Que le diera, en definitiva, una razón que la reconfortara. Qué decepción...

—Creo que es lo mejor —contestó ella después de unos segundos.

—Te elegí porque veo en ti valía, tanta como necesidad de un cambio, pero es tu elección seguir con lo que tienes, o arriesgar —dijo, soltándola. Se dio la vuelta y fue hacia la puerta. No...

—Espera. —Él se detuvo y sonrió de soslayo. Era lo que quería, la estaba provocando. Sabía que no se iba a amilanar. Tenía miedo, pero sentía el deseo de seguir—. Júrame que no soy un estorbo.

—No te lo habría pedido si lo fueras —contestó él volviendo hacia ella—. Si te he confesado quién soy es porque confío en ti, porque te quiero en este equipo, y porque te quiero conmigo.

"¡¿Cómo?! ¡¿Ha dicho te quiero conmigo?! ¿Cómo podría negarme a eso? Espera, espera, espera Laia, para el carro ingenua, no es la primera vez que escuchas esas palabras" se dijo a sí misma, y un escalofrío le recorrió la columna. Sin darse cuenta se mordió el labio y se dio la vuelta, dándole la espalda, escondiendo su pasado en un recóndito y profundo lugar de su alma, y tratando de que no se reflejara en su rostro y él lo descubriera.

Negra Sangre I: Elegida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora