Ya era mediados de julio y parecía que la sesión con Zoser había sido el día anterior, pero realmente había pasado casi un mes. Todo parecía haber cambiado desde entonces y Laia volvía a sentir la energía de una ligera felicidad en su cuerpo. Se sentía menos pesada, más ágil y liberada. Lo había contado.
Había sido capaz de contarlo a siete vampiros, entre ellos Coven, con la vergüenza que la sola idea le producía, y superó la prueba. Temió hallar lástima en esos seres extraordinarios después de lo que escucharon, pero no había nada de eso, sino todo lo contrario. Encontró en ellos una reconciliación consigo misma, pues todos se mostraron orgullosos de su decisión, pero no solo eso, había respeto y admiración sinceros.
El vampiro no era un ser que disfrutara de la tortura. No ellos. Dominaban la muerte desde la ventaja que les otorgaba la inmortalidad, pero no se vanagloriaban con el dolor ajeno. Casos como el de Laia eran ejemplos para ellos de que en cierta forma se podía aprender del ser humano, de que existía verdadera determinación y fortaleza en los corazones de las personas, de que se podía creer en ellos y sus capacidades. Laia era la prueba del peso con el que cargaban tantas personas en el mundo y a las que no parecía notársele.
Y eso no había sido lo mejor de la decisión que tomó. Su relación con Coven, de alguna forma, había dado un paso determinante. Él era protector, atento, cercano y seguía comportándose más como un amigo o un hermano que como a ella le habría gustado que la tratara, pero algo había cambiado en él. La miraba con más respeto; no la veía ya vulnerable. La idea de debilidad no existía. Se sentía contenta de que su decisión no hubiera degenerado en un sentimiento de lástima hacia su persona.
Sin embargo, desde ese día, se mostraba en ocasiones taciturno, como ausente, y muy serio. Eso la preocupaba, y en más de una ocasión trató de averiguar qué era lo que lo atormentaba, y siempre respondía, con una sonrisa, que no se preocupara por él. Laia, que algo ya lo conocía, se daba cuenta que su vampiro sufría por dentro lo que ella había soltado, como si se hubiera hecho cargo de ese lastre. Había sentimiento de culpabilidad en él como lo hubo de vergüenza en ella. Sin querer, Laia le había cedido el testigo que llevaba el nombre de Ontames.
En alguna ocasión él había llegado a jurar que la vengaría, cuando ella insistía en querer perdonar, pasar página y cambiar por fin de capítulo. Pero la sola mención de indulgencia para Ontames lo enfurecía, por lo que Laia no lo había mencionado más, aunque lo sentía de verdad así. Perdonar a su verdugo era el siguiente paso, y perdonarse a sí misma por los siete años siguientes, el último. En ese momento Laia se sentía culpable de que Coven se sintiera culpable, lo cual era una estupidez, un sufrir de forma innecesaria, pero el vampiro no entraba en razón. Parecía rumiar su venganza día y noche, haciendo una bola cada vez más grande, y ella se daba cuenta que podría ser una losa en su relación, aunque ésta no llevara el nombre que ella quería.
Eso la entristecía, porque significaba que Ontames seguía llevando la ventaja, seguía instalado en sus vidas de forma terrorífica e injusta.
—¿Qué van a hacer con Ontames? —le preguntó Laia.
Viajaban en la parte trasera del BMW que conducía Tarik, rumbo a la mansión de su amigo ruso Fyodor Záitsev, que esa noche celebraba una fiesta por su cumpleaños, por todo lo alto. Coven calculaba que en esa velada podrían facturar cerca de 80.000€, probablemente más, con el arsenal de drogas que llevaban Ciro y Semyon en otro coche, por otra ruta y a otra hora, guiados por Insomnia. Entre lo que pidiera el ruso, y que habría allí numerosos clientes habituales, podía ser una buena noche.
—Seguirá encarcelado y se puede quedar ahí hasta que se pudra —dijo molesto Coven, tensando la mandíbula.
Seguían sin poder sonsacarle el nombre de su liberado, aunque éste había dejado de matar, en apariencia. Ontames desesperaba a la policía de la misma forma que a Hagall, que había acudido a hacerle una persuasiva visita. Hablar de Ontames era hurgar en la herida, pero, curiosamente, ya no la suya, ahora era la de Coven.
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Negra Sangre I: Elegida (Completa)
VampiroLIBRO PRIMERO: NEGRA SANGRE Bruselas 2014 Laia no es su verdadero nombre. Su vida es un constante huir de su pasado, y desde el primer momento que inició esa carrera buscando un futuro prometedor, se encontró con un terrible presente, una realidad c...