Si eso podía ser posible, si existía la manera de rehacer su vida, aunque fuera con otro nombre, lo intentaría, como llevaba años haciendo sin éxito. Pero ceder significaba someterse al plan de Coven, y eso no le hacía tanta gracia. Quién sabía si iba camino de caer en las redes de una persona que finalmente resultara ser un monstruo. Ya se había visto en esa situación, que la había marcado para siempre de manera fatal. ¿De verdad podía confiar en él? Y si finalmente no aceptaba, ¿la dejarían marchar sin más?
—¿Qué pasa Laia?
Coven se había acercado sin ella percatarse, pues estaba de nuevo mirando al suelo; temblaba, perdida en sus pensamientos y ausente en la sala. No se había dado cuenta de que, sin querer, se había escondido en su propia cueva. Otra vez.
—Os dejaremos solos —dijo Andal comprensiva.
Se levantó de la silla y salió del despacho seguida de Herlen, que le sonrió afectuoso. Había preocupación en la actitud de esas tres personas, como si acabara de abrir su corazón a desconocidos que ahora mostraban empatía, pero no lo había hecho, ¿cómo era posible? ¿Lo sabían? Esa idea la horrorizó. Sintió cómo la sangre se le helaba. Se quedó paralizada con la vista clavada en el suelo, los ojos gran abiertos.
—Laia, háblame —le pidió Coven mientras le cogía las manos. Ella se había quedado de pie en medio de la sala todo ese tiempo, y Coven se había acercado a ella afectuoso. Se habían quedado solos en el gran despacho—. Por favor, Laia, dime qué te pasa; pareciera que hubieras visto un fantasma, y esa expresión me es muy conocida.
Laia lo miró sin comprender mientras trataba de controlar sus propios temblores. Estaba tensa como en un día de crudo invierno, con todos los músculos apretados. La sola idea le pareció terrible, y se separó de él bruscamente.
—No es nada —se limitó a decir dándole la espalda.
Él se acercó de nuevo, por detrás y le cogió los brazos. Sentir su tacto, aunque afectuoso, la hizo estremecerse de miedo y se apartó asqueada.
—Laia, ¿qué te han hecho? —preguntó grave Coven, a su espalda.
Ella se dio la vuelta y lo encaró, dispuesta a sacar el escudo y la espada, con los ojos bañados en lágrimas incontrolables. Coven se puso aún más serio, tensando la mandíbula, cuando la vio así. No permitiría que nadie llegara hasta el fondo del terrible secreto que escondía desde hacía tantos años.
—Nada de lo que me haya pasado es de tu incumbencia, Coven. Te pediría que no hurgaras en la herida —le exigió, convirtiendo sus palabras en un muro defensivo que lo separaran de ella. Él no contestó inmediatamente, pero siguió estudiándola, con una sombra por mirada.
—Fue él... —dedujo Coven para sí, como si comprendiera algo importante que Laia no entendía.
—¿Él?, ¿quién? No sabes a qué me refiero, ni siquiera si estamos hablando de una persona —le recriminó.
—No es una persona —dijo él frío, temible, con furia en los ojos.
—¿Qué dices? —Ella no comprendía, pero se sentía colérica por los intentos de Coven de llegar a una conclusión cuando ella le había exigido que no se metiera.
Se acercó a Laia con decisión y ella sintió un repentino y auténtico pánico. Se quedó paralizada mientras su corazón comenzó a latir sin control. ¿Qué quería?, ¿qué iba a hacerle? No podía moverse para huir, ¡no podía! No le respondía el cuerpo.
Pero no tenía de qué huir...
Coven la abrazó, con tanta fuerza que ella se sintió a punto de romper.
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Negra Sangre I: Elegida (Completa)
VampireLIBRO PRIMERO: NEGRA SANGRE Bruselas 2014 Laia no es su verdadero nombre. Su vida es un constante huir de su pasado, y desde el primer momento que inició esa carrera buscando un futuro prometedor, se encontró con un terrible presente, una realidad c...