CAPÍTULO 7 - PARTE 2 - COVEN: Vampiro

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**ADVERTENCIA**

ESTE CAPÍTULO TIENE CONTENIDO GORE. LEER CON PRECAUCIÓN. TODO LO DESCRITO ES FICCIÓN.


Coven se acercó a la cocina y buscó un cuchillo, el más grande que encontró, y sintió a sus espaldas la agitación de ella. Se volvió y se lo tendió por el mango. Ella miró el cuchillo primero y luego a él, totalmente conturbada.

—Toma, por favor —le pidió Coven con la mayor tranquilidad. Ella dudó unos instantes, pero hizo lo que dijo. Se señaló el vientre descubierto—. Clávalo.

—¿Estás loco? No pienso hacer eso —respondió, pero sin soltar el cuchillo.

Coven se acercó a ella, hasta quedar a dos palmos, y le agarró la muñeca con firmeza. Ella no soltó el arma, pero trató de resistirse a lo que sabía era lo siguiente. En un movimiento fugaz y certero Coven mantuvo la mano de Laia y hundió el cuchillo en su vientre, sintiendo cómo entraba, casi hasta la columna, con un ligero cosquilleo, atravesando su estómago.

La reacción de ella fue la esperada. Soltó una exclamación de pánico, se liberó del arma improvisada y de su presa, y dio un paso atrás, chocando con la ventana del apartamento a su espalda. Estaba casi temblando con los ojos fijos en el cuchillo, muy pálida.

Después de unos instantes, que consideró suficientes, Coven se lo retiró despacio sin emitir un solo sonido. Ella se llevó las dos manos a la boca para enmudecer el grito que se le escapaba. Una gota de líquido negro salió del profundo corte que quedó en su vientre. Dejó el cuchillo sobre la mesa y esperó a que la herida se cerrara sola mientras miraba serio a Laia. Su expresión era de auténtico pavor cuando vio que la herida se cerró rápida y la sangre desapareció, como desintegrada en su piel.

—¿Qué ha pasado? —consiguió preguntar tras bajar de nuevo los brazos, visiblemente afectada. Lo miró a los ojos con aprensión. Coven cogió de nuevo el cuchillo y se lo mostró. No había rastro de negra sangre por ningún lado.

—Soy inmortal, Laia —contestó mirándola a los ojos.

Puso el cuchillo delante de sus ojos, entre ambos, y partió la hoja por la mitad, sin esfuerzo, como el que parte una rama seca. Ella soltó un leve grito.

—Pero... —La chica no sabía qué decir. En ese momento era presa del pánico, como si estuviera acorralada por alguien a punto de matarla. Él se alejó para tranquilizarla y le dio la espalda mientras se ponía de nuevo la camiseta, después de dejar el cuchillo roto sobre la mesa. Se sentó en una de las banquetas para quedar frente a ella, y la miró reflexivo.

—Soy un vampiro —dijo Coven con absoluta calma mientras la estudiaba para tratar de adivinar los pensamientos de ella por su expresión. Laia miraba al suelo, con la vista perdida en sus propios pensamientos, tratando de asimilar lo que acababa de oír. Coven sentía su corazón palpitar con fuerza, golpes fuertes y rítmicos contra su pecho.

—¿Un qué? —preguntó observándolo de nuevo.

—Un vampiro —repitió casi sepulcral.

—¿Me estás tomando el pelo?

—Lo acabas de ver.

Ella se quedó callada, pero no dejaba de mirarlo, suspicaz. Había pasado de la congoja a la incredulidad recelosa.

—Los vampiros son un mito, Coven —sentenció ella con seguridad—. Tú eres... otra cosa. Si fueras un vampiro yo estaría muerta.

—¿Por qué?

Negra Sangre I: Elegida (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora