Tres horas después, y cinco antes de la famosa cena de clausura del supuesto foro del Club Bilderberg, salían por las puertas del aeropuerto de Copenhague. Alguien había mandado un coche para recogerlos; probablemente Andal, por lo que dedujo Herlen. Se encontraban a escasos diez minutos del hotel donde se celebraba. El Hotel Marriot era muy sobrio en su exterior, sin embargo, era uno de los más lujosos de Europa. Tenía una habitación para ella sola, sencilla, pero acogedora, y con un gran ventanal que ofrecía estupendas vistas al canal.
Coven la esperaba abajo, en el hall, treinta minutos después. Como siempre, desde hacía ya tres semanas, se negaba a dejarla sola demasiado tiempo. Laia ya se había acostumbrado a su permanente y reconfortante presencia, que había hecho desaparecer su sensación de absoluta soledad de años pasados. Se sentía extraña por ello, pero él siempre conseguía que todo pareciera fácil y natural. Se había acomodado a su espontaneidad y desenfado, a veces insolente y altanero, pero siempre cercano, atento y relajado.
Solo cuando aparecía su versión de vampiro temible, podía resultar desconcertante. Siempre sonriente, la trataba con respeto y cierto cariño, pero en exceso protector. Sin embargo, no mostraba sentimientos hacia ella que ella misma, por su parte, empezaba a no poder disimular, y que al final él siempre llevaba a la camaradería, desilusionándola cada vez. Procuraba no mostrarlo siguiendo sus naturales bromas, como había sido desde el principio. Laia con él podía mostrar sus dos caras sin darse cuenta; la introvertida y temerosa, y la que salía de forma verbalizada sin control, atrevida e imprudente; siempre de palabra, nunca de acción, entonces era todo lo contrario.
—¿Por qué no vamos al puerto de Nyhavn? Es de lo más visitado aquí, y hay terrazas donde tomar algo —propuso Laia.
—Como quieras —dijo Coven.
Una vez hubieron pagado y bajado del taxi, Laia, como era habitual en ella, quedó maravillada con la visión, más propia de un cuadro paisajista, y sacó su móvil para empezar la locura fotográfica. El día acompañaba y las calles estaban abarrotadas de turistas de todas las nacionalidades. Laia se dio cuenta de que Coven volvía a ponerse serio mientras miraba a su alrededor, en busca de algo, como pasara en Bruselas.
—A lo mejor nos tendríamos que haber quedado en el hotel; hoy hay demasiada gente —comentó ella incómoda.
—¿Y perderte un poquito de Copenhague? No sabes cuándo volverás, si es que vuelves —la tranquilizó él.
Y lo que hizo después la dejó sin aliento. La tomó, con uno de sus brazos, por encima de los hombros, pegándola bien a su cuerpo. Laia se quedó helada. Ya en Bruselas le había cogido inesperadamente la mano en la Grand Place, y ahora volvía a mostrarse tan cercano y lejano a la vez, pues seguía mirando a su alrededor sin darle importancia a lo que estaba haciendo con ella, mientras echaba a andar.
—¿Ahora somos novios? —le preguntó ella atrevida. Uno de sus impulsos.
—¿Por qué no? —contestó Coven con sonrisa provocativa, pero evidentemente no iba en serio.
—Está bien —se resignó ella, y sin timidez, lo agarró por la cintura.
Y así caminaron durante una hora por toda esa zona de Copenhague, disfrutando (ella por lo menos) del sol, los colores y los veleros. Y muy especialmente de esa extraña farsa de pasear agarrados como una pareja más. Laia no sabía decir si estaba disfrutando más de lo que veía, del paseo o del inesperado abrazo de Coven. Se sentía eufórica, aunque con la extraña sensación de que él solo estaba actuando de barrera protectora. Cuando ella se soltaba para hacer fotos, la dejaba, y cuando terminaba, volvía a cogerla. Sin hablar, pendiente de todo a su alrededor. ¿Qué era lo que tanto temía? Laia, estando a su lado, no sentía ninguno, pero empezaba a sentirse molesta de la propia incomodidad de Coven entre tanta gente.
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Negra Sangre I: Elegida (Completa)
VampireLIBRO PRIMERO: NEGRA SANGRE Bruselas 2014 Laia no es su verdadero nombre. Su vida es un constante huir de su pasado, y desde el primer momento que inició esa carrera buscando un futuro prometedor, se encontró con un terrible presente, una realidad c...