Ya entendió Laia por qué era recomendable cerrar las cortinas con la famosa aplicación del móvil. Coven vivía en un apartamento de lujo, en el distrito de Dansaert, lindando con el barrio de Molenbeek, junto al canal. El apartamento era realmente increíble: de dos plantas, completamente acristalado por todos sus lados en la superior, como una gran caja rectangular de vidrio, sobre la azotea de un edificio de nueva construcción de cinco plantas. No pudo ver el exterior porque estaban cerradas todas las cortinas, de color negro. Posiblemente podían ser vistos desde cualquiera de sus cuatro ángulos. Era un apartamento que regalaba muy poca intimidad pero una grandiosa panorámica.
Era inmenso; la quinta y sexta planta del edificio, completas. Los suelos eran de mármol y todo el escaso mobiliario era moderno, muy elegante, en tonos sobrios. En esta planta era donde se encontraba la entrada. Desde luego encajaba con la imagen que tenía Laia de Coven.
Todo en su conjunto era mesurado, muy elegante y funcional. En el lado contrario, el inmenso salón comedor, igualmente decorado de forma minimalista, donde nada estorbaba a la vista o parecía fuera de lugar, ya que los muebles eran contados, y la decoración casi inexistente.
Laia no disimulaba su asombro, y cuando hubo visto todo el apartamento se volvió hacia Coven, que la observaba divertido, con los brazos cruzados, desde el extremo donde se encontraba la moderna chimenea de gas. Toda la planta superior era prácticamente diáfana, a excepción de la pared que definía el espacio de la cocina. Se moría por conocer la terraza y sus vistas.
—¿Podemos salir? —preguntó.
Coven asintió, arrogante, y le mostró el camino con un brazo. Abrió una de las grandes ventanas para que saliera. Las vistas eran preciosas. Rodeó toda la terraza a zancadas. Eran ciento ochenta grados de luminoso horizonte con orientación sudeste y el canal a sus pies. Se apoyó sobre la acristalada barandilla y se permitió disfrutar un poco de aquello.
La brisa a esa temprana hora de la madrugada era deliciosa. Fue entonces cuando se percató de la verdad que le contó Coven. Todo lo que él hiciera allí era visible casi al cien por cien.
—Siendo quien eres y lo que haces, ¿por qué elegir un sitio tan expuesto? —le preguntó Laia curiosa.
—Porque yo no me escondo, Laia —contestó él, a su lado—. Como tantos otros narcotraficantes. Con este negocio controlo toda la ciudad, incluidos a altos cargos y cuerpos de seguridad; nunca se atreverán a molestarme aquí.
—Pero dices que te vigilan.
—En el departamento antidroga de Bruselas, y de la Europol, me tienen fichado, y deben hacer su trabajo con normalidad, por salvar las apariencias —explicaba él—, y también me tienen registrado como vampiro en todo el mundo, ¿para qué esconderme? Nada debo temer, y este sitio, simplemente, me gustó.
—¿Registrado como vampiro? —preguntó ella.
—Existe un registro mundial de vampiros; quiénes somos y qué hacemos. Información a la que solo tienen acceso contados y seleccionados mortales —contestó—. Ven conmigo, te enseñaré lo que te dije que tenía para ti.
Coven la invitó a entrar de nuevo. Ella se sentó en el gran sillón de piel y él le acercó un inmenso libro. En su portada, con grandes letras blancas sobre fondo completamente negro, se leía "Desde el comienzo hasta hoy, historia de nuestra raza", escrito por Olema y Amuntares. Apenas podía sostenerlo de lo que pesaba. Abrió en la página del índice y leyó para sí el primer punto, "Nuestro origen, en torno al 2000 a.C.".
—No puede ser... —Miró estupefacta a Coven, que se encontraba de nuevo de pie y con los brazos cruzados, junto a la chimenea. Laia sintió que le faltaba la respiración mientras su corazón palpitaba fuerte, exigiendo oxígeno—. Tienes... —calculó varias veces sin creerlo—. ¿Tienes cuatro mil años? —No le entraba en la cabeza que el hombre, ser, criatura o lo que fuese, con apariencia de tío moderno, con sus vaqueros y su camisa de mangas remangadas, que tenía delante, tuviera esa edad. No, era simplemente surrealista—. Es imposible.
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Negra Sangre I: Elegida (Completa)
VampireLIBRO PRIMERO: NEGRA SANGRE Bruselas 2014 Laia no es su verdadero nombre. Su vida es un constante huir de su pasado, y desde el primer momento que inició esa carrera buscando un futuro prometedor, se encontró con un terrible presente, una realidad c...