Capítulo 3

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ENZO

Otra mañana de mierda para otro día de mierda. Me encuentro en el Exercitum, en los cuartos de los tíos, para variar, sin rastro de Angus por el momento. Apoyo mi pie en la pared sin importarme si eso la mancharía. Ya lo limpiarían.


— ¿Dónde se ha metido este tío? –Hablo para mí mismo– Ya debería haber llegado, Rogers nos va a crujir el cuello... –Miro la hora en mi móvil ya desesperado.


La verdad es que a estas alturas de la vida es poca la importancia que le doy a los gritos que nos soltaba ese viejo cascarrabias. El entrenador podía echarnos las broncas que quisiera que me las iba a pasar por el forro de los cojones, pero lo que me molesta son los lamentos de Angus tras ello. Mi amigo puede tener muchas cosas buenas, pero cuando se pone en ese plan me saca de quicio. Me dan ganas de arrancarle los ojos en plan cucharita.


— Luego se queja de que llegamos tarde, normal, nunca viene a la hora.


Mascullo para mí mismo. Llevo más de 30 minutos esperándolo, incluso me ha dado tiempo de dejar y ordenar todas mis pertenencias dentro de nuestro nuevo dormitorio. Es mi segundo año y ya nos habíamos cambiado de habitación porque resulta que los otros tíos le lloraban a la directora por un poquito de música alta.

Al ver una sombra por el pasillo levanto la vista, rogando por que fuera Angus y no con el nuevo payaso que nos habían asignado como compañero de habitación. Porque sí, la directora me había dicho que tendríamos un nuevo compañero, y no me apetece una mierda.

Pero en cuanto veo de quién se trata, me quito los auriculares inmediatamente con una sonrisa de oreja a oreja.


— Hey chaval, que bueno verte.

— ¡Enzo, amigo mío!


No es Angus, por supuesto, pero quien aparece frente a mí me alegra la vista, es mi gran amigo Carlos. Si de algo carezco, por supuesto, no es de buen aspecto, sino de amigos, cosa que tampoco me importa mucho, por eso me alegro al saber que es él a quien me encuentro. Por el momento solo cuento con dos amigos en todo este apestoso lugar, Angus y Carlos, las únicas dos personas a las que tolero y no quiero partirles la cara cada 10 segundos.


— ¿Qué haces aquí? Tu habitación estaba por el otro lado, ¿no? –Enrollo los auriculares en mis dedos tras desconectarlos del móvil.

— ¿No te lo ha contado Angus? –Quiere jugar a las adivinanzas, pero mi falta de entusiasmo es evidente.– No me mires con esa cara, intenta adivinarlo.


Me quedo analizando las bolsas de Carlos. Las lleva consigo, así que eso solo podía significar una cosa.


— ¿Te mudas cerca de nosotros o qué? ¿Te han cambiado también la habitación?

— Casi casi. –Parece divertirse mucho con esto. En respuesta, me limito a chasquear la lengua por la irritación.

— Venga tío, no me toques los huevos, ¿qué pasa? –Otra cosa, Carlos logra exasperarme de vez en cuando. Aunque no llego al punto de querer acabar con él cada diez segundos, sí podría considerarlo cada 12.

Try Me © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora