Capítulo 37

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Mi padre llega cuando ya voy por la mitad de la preparación de los platos. Aún así, me ayuda a poner la mesa y a terminar de preparar lo que falta. Lo hace todo mucho más fácil. Durante el almuerzo, nos pregunta por nuestra mañana que, comparada con la suya, es muchísimo mejor y más entretenida. Sin embargo, evito mencionar la biblioteca, simplemente digo que hemos dado un paseo.

— ‘’Yo he tenido que ayudar al vecino a arreglar las tuberías, ojalá haberos acompañado.’’ —Se sirve un vaso de agua.— ‘’¿Y tu mañana qué tal, Deida?’’

‘’Bueno, aburrida. He estudiado, poco más.’’

— ‘’Bueno, suficiente.’’ —Le da un trago al vaso y después nos mira a nosotras.— ‘’¿Qué pensáis hacer por la tarde?’’

— ‘’Aún no tengo ni idea, pero el jueves iremos al museo.’’ 

Por la expresión que adopta su cara, presiento que no le ha hecho mucha gracia. De todas maneras, asiente con la cabeza y trata de poner su mejor cara. Mi hermana, en cambio, me pega un codazo para que cambie de tema rápido. A mi padre no le gusta hablar de nada que tenga relación alguna con mi madre, y el museo es un lugar lleno de sus recuerdos.

Cuando terminamos de comer, con varios silencios incómodos entremedio, mi padre se despide de mí y mi hermana, dándonos un beso en la frente y se va a su cuarto a echarse una siesta.

‘’¿Tu padre está bien?’’ —Pregunta Astra antes de pasarme los vasos para que los lleve a la cocinar. 

‘’No te preocupes.’’

Comienzo a guardar todos los vasos en el lavavajillas en orden, después pongo los platos que me va pasando. Al terminar, me siento en el sofá junto a las chicas, quienes comentan lo deliciosa que me ha salido la comida, están sorprendidas de mis habilidades culinarias

Mientras saco mi teléfono para revisar mis notificaciones, Anila me toca el hombro suavemente. 

— Oye, ¿hemos dicho algo malo? Tu padre parecía de mal humor.

La pregunta llama la atención del resto, que se callan y esperan mi respuesta. Parece ser que Anila no es la única que se ha dado cuenta del cambio de humor de mi padre. 

—”No, no. Es simplemente que he mencionado el museo… No le hace mucha gracia ese sitio.” 

Maylea trata de interpretar lo que digo de la mejor manera posible para que todas se enteren. Todas han mejorado bastante en lengua de signos, pero ninguna se atreve a usarla por ahora, solo llevan 1 mes aprendiendo. 

“¿Y eso?“

— “Por mi madre. Ella trabajaba allí.”

Eso es suficientes para hacerles entender la situación. Mi padre es el que peor lleva el tema de mi madre, nunca lo ha llevado bien, en general. Mi hermana y yo lo hemos hablado, creemos que es un trauma y que debería ir a terapia. Ni siquiera es capaz de mencionarla, es triste  muy triste. 

Lo entiendo, hasta hace poco no hablaba de ello tampoco. Eso sí, nunca se va de mi mente ni por un segundo.

— “¿Podemos preguntar qué pasó?” —Astra trata de ser lo más suave posible. 

Siempre he pensado que eso de decir los problemas en voz alta ayuda a descargar es una tontería. Para mí, decirlos en voz alta los vuelve aún más reales, te conciencias de ellos y te das cuenta de lo jodido que estás realmente. (Perdón por la vulgaridad).

Sin embargo, quizá lo pensaba porque hasta ahora no había tenido a quién contárselo. Quizá es un buen momento para soltarlo todo.

“Fue en nuestra anterior casa, a las afueras del país. Mi madre quería mudarse, mi padre no. Se enfadaron, así que se fue a dar un paseo con Deida, que tenía 5 años. Yo me quedé en casa con mi madre, para consolarla. Y no sé cómo pasó, puede que el gas, provocó fuego en la casa. Mi madre trató de sacarme, pero caímos por las escaleras. Me golpeé en el cuello y me desmayé. Es lo último que recuerdo.” —Pensar en ello es como volver a vivirlo, una puta pesadilla.— “Desperté en el hospital, con mi padre y mi hermana al lado. Los veía llorar, pero no entendía por qué no podía oírlos.”

Try Me © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora