Try Me © [LIBRO 1]

Capítulo 5

El campo está a reventar de alumnos ansiosos corriendo de un lado a otro, la mayoría parecen ser de primero, pero incluso los de cursos más avanzados están emocionados. Quinn es la primera en perderse entre la gente, la sigue Astra, que va al encuentro de Rogers.

Tanto yo como Anila permanecemos quietas, analizando a la gente que pasa por nuestro lado constantemente. De hecho, nos miramos la una a la otra con cierto nivel de incomodidad, no tenemos ni idea de a dónde ir, ni de a quién preguntar por nuestros uniformes. Estoy segura de que si hubiéramos seguido a Astra, tendríamos ya nuestros uniformes en mano.

Anila se agarra a mi chaqueta cuando comienzo a abrirme paso entre la multitud, buscando una cabellera morada o rubia entre toda esa gente, pero es imposible localizar a nadie. Supongo que la mejor opción para nosotras es salir del cúmulo de gente, así que hago caso a mi intuición, de esa forma, al menos, no seríamos aplastadas por una manada de chavales.

La única opción que nos queda es esperar, a menos que alguien más pudiera ayudarnos. Anila se ve demasiado vergonzosa como para preguntar, y yo no tengo la manera de comunicación más fácil, así que tengo que idear otro plan. Quizá, si encontráramos por casualidad a alguno de los capitanes, a poder ser, el rubio del escenario, podríamos ubicarnos un poco.

La morena me suelta cuando salimos y extiende ligeramente sus alas, mostrando una mueca de dolor. Observo cómo sus alas se agitan rápidamente mientras ella echa sus brazos hacia adelante, como si estuviera realizando algún tipo de estiramiento. En cuanto termina, me mira con una pequeña sonrisa, que desaparece en cuanto mira a mis espaldas. Esto basta para hacerme girar la cabeza hacia donde ella tiene puesta su vista.

Veo mis deseos concedidos cuando veo al rubio de antes acercándose a nosotras. Sigue con el uniforme puesto, lo cual se me hace raro porque las clases empiezan mañana, ¿nunca se lo quitan? ¿Cuántas horas llevaría con él puesto? Doy otra mirada a Anila, ésta parece tener mucho más interés que yo en hablarle, fuera por el motivo que fuera. Arqueo mis cejas, sin impedirme sonreír por la vergüenza que eso le provoca a la contraria. Sabe perfectamente lo que pienso, lo demuestra cuando su cara se pone completamente roja.

– ¿Qué? –Está a la defensiva, y eso me hace aún más gracia.

Señalo al muchacho sutilmente con la cabeza, instigándola a hablarle antes de que se fuera. Los ojos de Anila viajan de mí a él todo el tiempo. Lo que más gracioso se me hace es el hecho de que realmente cree que puede ocultarme sus sentimientos. A mí, a un hada émpata. ¿Cómo se le pasa esa idea por la cabeza, siquiera?

Cuando noto su mano en mi hombro reboto de la sorpresa, no me esperaba que su objetivo fuéramos nosotras, pensaba que pasaría de largo. Primero miro la mano y luego a su cara. Me giro hacia él, tomando a Anila del brazo para situarla a mi lado, de esa manera no me seguiría tocando el hombro y no le daba la espalda a mi compañera.

– Vosotras sois las amigas de Maylea, ¿verdad? –Me ofrece la mano que no tiene metida en sus bolsillo.– Soy Angus, un placer.

– Soy Anila y ella es Allegra. –Asiento sin añadir nada a la presentación.

Él sigue hablando, pero más para Anila que para mí. Se podía ver que él también está nervioso ante la presencia de la chica, incluso me incomoda estar junto a ellos, transmiten unas vibes demasiado raras como para poder soportarlas. Por otra parte, a Anila le cuesta un par de segundos darse cuenta de que está conteniendo el aliento.