Capítulo 4

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ALLEGRA

Quinn parece irritada. No lo demuestra solo su expresión en la cara, sino su forma de caminar: bruscas, pisando con fuerza. Añadiendo que el aura que transmite no es del todo agradable.


''¿Qué ha pasado?'' –Sigo en el fondo del grupo, otra vez en compañía de Maylea.

'' ¿Sabes el chico de antes?'' –Asiento. Me había llamado la atención porque no he sido capaz de entender sus emociones, porque ni él mismo sabe lo que siente.– ''Ese es Lorenzo Soleri. Él y Quinn no se tienen mucha estima.''

''Aah, vale.''


Las otras tres retrasan un poco su paso para quedar a nuestro nivel cuando notan que hemos desaparecido de su vera.

Una lástima, porque yo quería seguir investigando sobre el tema. Quería conocer los motivos de su enemistad. El chico parece alguien interesante, aunque destila soberbia por cada uno de sus poros.

Soy observadora, es un hecho, y está claro que algo tan banal como eso no es el producto de su ''odio'', si es que se puede clasificar como tal. La forma en la que se acercan sugiere que ya se conocían de antes, como si tuvieran la suficiente confianza como para acercarse de esas formas.

Sin embargo, no ocurre lo mismo con uno de los chicos; el que lleva gafas parece tenerle un miedo terrible.

Me giro por última vez, simplemente por curiosidad. Él hace lo mismo que yo. Me inunda la sensación de haberlo visto antes, ¿quizá es el chico que sale en la web publicitaria de la universidad? No lo sé. Me apunto mentalmente que debo comprobarlo en cuanto tenga un minuto libre.

La manera en la que Anila agita mi brazo logra su cometido y llama mi atención. Procede a hablar mientras su mirada está puesta en Maylea, que hace lo posible por ponerme al corriente.


He pensado una cosa, chicas. La mayoría somos extranjeras, pero como todas sabemos hablar heisolem podríais enseñaros la lengua de signos de aquí.


El heisolem es la lengua local; es bastante popular y mucha gente sabe hablarla. Empecé a aprenderla cuando apenas tenía 8 años, gracias a una optativa de la escuela, y desde entonces he estado practicando y estudiándola.

Mi posterior sordera, resultado de un accidente cuando tenía 13 años, me obligó a aprender lengua de signos de ambas regiones, la de mi lugar de origen y la de aquí.

El accidente provocó un trauma que, hasta el día de hoy, sigo sin superar, así que he evitado decir palabra desde entonces. No es porque le haya pasado algo a mis cuerdas vocales, sino porque no soy capaz de hacer que mi voz se manifieste.

Todos en esta universidad saben hablar la lengua, ya sea porque son de esta región o porque les interesa para poder estudiar aquí; es imposible entrar a estudiar en este lugar si no tienes idea de la lengua.

Sonrío débilmente por no ser maleducada cuando Maylea me traduce lo que Anila ha dicho. Me cuesta entender y creerme que alguien que no sabía de mi existencia hace un par de horas quiera aprender la lengua de signos solo por el mero 'placer' de comunicarse conmigo cuando fácilmente pueden usar el móvil y ya.

En su rostro no parece haber ni una pizca de broma. Me siento bastante observada, como si esperaran a que les diera mi bendición o algo así.


Try Me © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora