Capítulo 15

33 13 0
                                    


Comienzo a agobiarme por no poder detenerlo, a pesar de no poder oírlo —y estar agradecida por ello—. Siento la vibración a mi alrededor, como si yo misma estuviera resonando con él. Miro a mi alrededor en busca de ayuda de alguna de mis amigas, pero estas apenas pueden moverse; aprietan sus manos contra sus oídos.

Cuanto más tiempo pasamos así, más siento cómo mi respiración falla. La sensación de mareo y náuseas no tarda en afectar mi sistema. Respiro profundamente, tratando de evitar que su agonía se me transfiera a mí. En un acto de desesperación absoluta, decido separar las manos de golpe. Resulta ser una acción de riesgo, ya que si bien detengo el sonido, el precio es un 50/50: un jarrón carísimo de Astra literalmente explota al otro lado del salón.


— ''Vale, ¿sabes qué?'' –Astra se levanta rápidamente, ignorando el jarrón del suelo hecho pedazos, seguramente para no llorar por él. – ''Muy buen avance, pero creo que es mejor que nos vayamos a dormir, sí, antes de que nos expulsen.'' —Propone, ignorando las notificaciones de los mensajes de su móvil que constantemente hacen que su pantalla se ilumine.


Las demás siguen recostadas en los sofás, procesando todo lo ocurrido. No logran quitarse el pitido de los oídos, por lo que Anila sigue con los dedos dentro en un intento por detenerlo.

''Astra tiene razón, será mejor que vayamos ya a la cama. Antes de que rompamos nada más.'' —Maylea masajea su cráneo por el dolor de cabeza y, acto seguido, abre su boca para bostezar.

''Buenas noches, chicas.''

Ambas avanzan de manera precavida mediante saltitos para tratar de esquivar los trocitos de porcelana esparcidos sobre el suelo hasta llegar a sus cuartos. Después, desaparecen en la oscuridad de sus cuartos, cerrando la puerta para mantener su intimidad.

— Las demás también deberíamos. —Propone Quinn poniéndose en pie, igual que Anila y Ondine.— Buenas noches.

Por mi parte, me quedo sentada en el mismo lugar que antes, sin moverme ni un solo centímetro. Quinn me mira con comprensión, como si supiera exactamente lo que pasa por mi mente. No hay necesidad de decir nada; simplemente me transmite su apoyo con la mirada.

— Vamos a dormir. Mañana practicas más. –Miro los trozos de porcelana.– No te preocupes por eso, ahora los limpiaré.

Me ayuda a levantarme sin casi ningún esfuerzo y va a coger la escoba, que se encuentra en la esquina del salón junto con el recogedor. La mayoría de los trozos han caído frente a la puerta de su dormitorio, así que me es más fácil llegar al mío. Una vez dentro, en la oscuridad de mi cuarto, me pongo el pijama y me meto en la cama.

Una hora más tarde, sigo dando vueltas sobre el colchón, incapaz de dormir. No dejo de pensar en todo el asunto del torneo y en Lorenzo; las cosas con él no han sido fáciles estos últimos días. Él no es fácil de tratar. Se niega a aceptar mi ayuda porque me considera incompetente, prefiere tratarme como si tuviera 5 años y mandarme cómo mejorar, según él. Además, cuando no hago algo bien, se rinde con facilidad.

Me incorporo para comprobar que mi compañera de cuarto está completamente dormida. Así es, no muestra ningún signo de estar despierta; su respiración es tranquila, a juzgar por el suave movimiento de su pecho.

Tomo la chaqueta que había caído al suelo tras destapar mi cama y salgo de la habitación lentamente, con cuidado de no hacer ningún ruido. No intento volver a cerrar la puerta, no me atrevo, así que cuando estoy fuera, corro de puntillas hasta la puerta principal. Me pongo mis zapatillas, tomo las primeras llaves que veo y me escapo de allí.

Try Me © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora