Capítulo 6

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ENZO

Cuando salgo de la charla de Linton estoy a punto de explotar contra Angus y contra cualquiera que se me ponga delante. Hemos estado toda la mañana juntos y no se había dignado a contarme absolutamente nada sobre las nuevas reglas del campo de entrenamiento. ¿Cómo ha podido hacerme esto? ¿No se supone que somos mejores amigos?


– ¿Por qué cojones no me lo dijiste? – Me duelen los nudillos de mantener tanto tiempo mis puños apretados, pero más dolor me produce ser el último en enterarse de todo.– Lo sabías.


Sus ojos azules se centran en los míos, a veces te juro que se los arrancaría y empezaría una colección con ellos. Seguramente para fin de año la tendría completa de todos los capullos que se la pasan merodeando por el Exercitum.


– Sí. –Hace una pausa, esperando mi reacción.– Lo sabía. –Seguramente sería eso lo que había estado hablando con la directora, lo tengo más claro que el puto agua.– No te lo dije porque sabía que te pondrías como un energúmeno, Enzo, por eso.

– Yo es que lo estoy flipando. –Me digo a mí mismo en voz baja, masajeandome la sien, intentando pensar con la cabeza despejada.

– No es para tanto, Enzo. –Intenta calmarme, parece no tener ni idea de que esas palabras no funcionan conmigo. Odio que me oculten cosas.–


Alzo la mirada hacia Carlos, buscando que me apoye, aunque supongo que también piensa lo mismo que Angus, porque se cruza de brazos, mirándome directamente y mordiendo su labio inferior. Está nervioso, su tic lo demuestra. Sé que odia las confrontaciones entre nosotros, pero odio que siempre intente hacer el moralista fingiendo ser ''neutral''.


– Pues si no es para tanto, se acabó la conversación. –Tomo mi bolsa del suelo conforme salgo del lugar.

– ¡Enzo! –Oigo a Angus llamarme.–


Es lo último que escucho. Los tres somos demasiado orgullosos como para pedir perdón o comenzar una conversación sobre el tema otra vez, se quedaría así hasta que nos relajáramos.

Ya va siendo hora de comer y tampoco me importa tener que comer solo, pero desde luego que no pienso darle a Angus la razón en nada. Lo malo es que, en cuanto termine de comer, tengo que ayudar a entregar los trajes y eso me obligará a interaccionar con él.

Tengo suerte de que he solicitado la comida para llevármela fuera, hace demasiado calor dentro del comedor como para permanecer allí, y la muchedumbre solo lo acumula. Recojo la bolsa con mi nombre y salgo del comedor.

No abro la boca, ni siquiera cuando se sientan a mi lado, en el césped del campo de entrenamiento, para comer.


– Venga, tío, tampoco era para ponerse así. –Intenta decir Carlos con la boca llena.

– Primero aprende a vocalizar y luego me comentas. –Respondo de manera tajante, sin mirarlos.


Angus sólo resopla, como siempre hace cuando quiere hacerme saber que está harto o que estoy siendo un exagerado.


– Estás siendo muy poco razonable. Es sólo un campo...

– No es por el puto campo, Angus. –Le corto en medio de la frase.– Es por el hecho de que siempre me ocultáis todas estas cosas. El año pasado hiciste lo mismo: Vais con la directora, os cuenta absolutamente todo y me veis la cara de estúpido.

Try Me © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora