Capítulo 16

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Enzo


Tapo mis oídos una vez más, intentando acallar ese desagradable sonido que proviene del otro lado de la Universidad. Las hadas y sus putas tonterías, otra vez. Sé que a muchas les gusta practicar de noche, no es algo que me moleste porque no me afecta directamente ¿pero un hada de la mente? Seguro que es el grupito de la princesita.

Intento hacer más suave el sonido utilizando mis manos como tapones. No sirve de nada. Lo intento con mi almohada, presionándola contra mis orejas. Nada, no sirve nada. Que putas toca huevos, es muy tarde como para estar jugando a lo que sea que estén jugando. Si algo que me cabrea más que invadan mi espacio personal, es no poder dormir. Me pone de muy mala hostia.

Me incorporo antes de colocar mi cabeza entre las rodillas, ya desesperado por no poder tener un minuto de paz. Las noches son el único momento del día en el que puedo reflexionar y estar a solas con mi pensamiento, en calma. He tenido un día duro, un día de mierda, para ser justos, llevo toda la semana durmiendo como el puto culo y reventándome en las prácticas. Y por una vez, UNA VEZ, que estoy a punto de quedarme dormido...


– Voy a matar a alguien.


Paso mis dedos por mi cabello, revolviéndolo, mientras susurro a mí mismo toda clase de insultos. Aparto la manta de mi cuerpo lo antes posible con la ayuda de mis piernas.

El sonido se detiene, ni siquiera voy a preguntar a Angus o Carlos si lo han oído, voy a asumir que si. El silencio vuelve a reinar sobre Alfea. ¿Es que nadie se ha despertado o qué?

Con la vista nublosa intento localizar mis gafas sobre mi mesilla, cosa que no tardo en hacer. Me levanto para tomar mi camiseta favorita de la silla, esa que me he quitado hace un par de horas antes de ir a dormir. Tengo que lavarla, la uso siempre que no quiero estar cómodo. Lleva el logo de una de mis bandas favoritas, la conseguí exclusiva en un concierto.

La cabeza me da vueltas por culpa del pitido, que aún sigue resonando en mis tímpanos. Así no puedo dormir y me va a costar bastante conciliar el sueño ahora que he espabilado. Desde que conocí a Nessa pensé que había mejorado, hubiese jurado que me encuentro mucho mejor... Hace tiempo que no estaba tan tranquilo, había conseguido calmarme. O eso creía, porque hace días que despierto sudando o incluso llorando, fatigado, para ser exactos. Todo esto del torneo está acabando con la poca salud mental que me queda. Encima, Allegra, la maldita sorda, alerta todos mis sentidos, me inquieta su presencia y tengo bastantes porqués.

Sigilosamente salgo de mi cuarto tras haberme puesto una chaquetilla, quiero comprobar que mis compañeros están dormidos todavía. Con la mano en el pomo, abro su puerta lentamente. Así es, tanto Carlos como Angus siguen con el sueño intacto, sus respiraciones son calmadas y regulares. Incluso soy capaz de oír algún que otro ronquido que se escapa de la boca de Angus.


– Siempre tan perfecto. –Digo con saña.


A veces envidio demasiado a mi amigo. Nunca le desearía quitar nada de lo que tiene, evidentemente, me alegra que mi amigo consiga todo por lo que pelea.... Pero no voy a negar que a veces he deseado ser yo quien reciba esos buenos tratos por parte de todos.

Todo primer año viví bajo su sombra. En un principio no me molestaba, pero que él fuera el favorito de los demás impedía que yo pudiera ascender de posición o destacar.

No me mal entendáis, quiero muchísimo a Angus, es mi mejor amigo, daría mi vida por él, pero no quita que eso implique cierta presión que otros no sufren. Ser el amigo del mejor hastae del Exercitum me reduce a eso: al mejor amigo. Puede que mi actitud sea mucho peor que la suya en ocasiones, es algo en lo que estoy trabajando, pero aún así intento dar lo mejor de mí. Me siento frustrado.

Try Me © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora