Try Me © [LIBRO 1]

Capítulo 8

ALLEGRA

Al día siguiente, la única activa soy yo. Mi despertador vibratorio ha cumplido su misión, así que me dedico a ir de cuarto en cuarto para despertar al resto. El cuarto más cercano al mío y al de Maylea, que me ha pedido 5 minutos más para dormir, es el de Quinn y Astra. Cuando entro en el de estas, la rubia ya está vestida y preparada para ir a clase.

Sé que me va a suponer un gran esfuerzo levantarlas a todas de manera eficaz, es por eso que Astra se ofrece a ayudarme al ver mi cara de desesperación.

Aporrea sus puertas, entra haciendo el mayor ruido posible y corre las cortinas para dejar entrar la luz en el dormitorio de Ondine y Anila. La primera se cubre la cara con el edredón para que no le llegue la luz, mientras la segunda cae de la cama por el susto.

– Si no tuviérais tanto ???? bebiendo, ???? como una rosa.

Astra y Ondine forcejean por el edredón, aunque la rubia tiene la gran ventaja de haber dormido más de 3 horas, así que no le cuesta nada arrancárselo de las manos. De todas formas, se mantiene en la cama, no tiene pinta que vaya a levantarse.

En primer lugar, Astra me pide un vaso de agua, que, por supuesto, me niego a traer. Por ello, pasamos al plan B. Por mi parte, levanto a la peliazul por sus pies mientras Astra la alza por los hombros. Entre ambas, a pesar de sus intentos por revolverse como una lombriz para intentar soltarse y sus berridos, la logramos tirar al suelo con suavidad junto a Anila.

Por otro lado, ésta última se ha vuelto a dormir, sí, en el suelo, así que esta vez es Astra la que me pide ayuda a mí para despertarla. Quizá el vaso de agua no era tan mala idea, después de todo.

♡♡♡

Ondine y Anila parecen que caerán redondas en cualquier momento; tienen las ojeras hasta el suelo y ni siquiera han tenido tiempo de maquillarse. La primera es capaz de disimularlo (se trata del poder y el trauma de tener padres estrictos), pero la morena lucha contra el sueño cada minuto de clase, cabeceando cada vez más.

Dado que estoy lo suficientemente cerca de ella, tengo tiempo de propinarle un codazo para despertarla antes de que la señorita Herrera le grite. Anila se sobresalta y profiere un pequeño grito que, en cuanto recuerda dónde está, lamenta haber dejado escapar. Roja de vergüenza por las risas de todos nuestros compañeros, agacha un poco la cabeza y muerde su labio inferior.

– Muchas gracias, srta. Vaduva –Me hace un pequeño asentimiento con la cabeza antes de continuar con la clase.– Como iba diciendo... –Tengo la suerte de contar con apoyo visual en la pizarra digital, porque me cuesta seguir el ritmo de sus labios.– Lo más importante de todo es vuestra seguridad y por ello, de inmediato, no usaremos en combate los poderes.

La mayoría de la gente abuchea en cuanto escucha esa información. Observo a mi alrededor, la gente no deja de hablar entre sí mientras la señorita Herrera trata de calmarlos. En lo más profundo, agradezco que las clases vayan a ser más calmadas en un principio y no vayamos directamente al combate, porque realmente hay muchas hadas que no hemos logrado desarrollarnos plenamente en ese aspecto, y partimos con una gran desventaja.

En medio del barullo, mientras aún estoy distraída por las reacciones de la gente, una mano se posa en mi pupitre; es la de la profesora, quien se ha acercado hasta mí para entregarme un pequeño papelito. Cuando lo recibo, ella regresa a la tarima.