Capitulo 29 (Maratón)

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ANASTASIA

No se cuanto tiempo llevo aquí, pero eso me esta desesperando. En especial con lo que se ahora sobre mis secuestradores: Elena esta involucrada pero solo como un peón, el hombre que me trato de manera amable solo hace que piense en si esta bien de la cabeza o si su cordura ya lo ha abandonado.

También se que estos tipos son los que están tras mi familia, pero descubrir el porque. A pesar de estar desamarrada, no puedo moverme porque en realidad no sabría donde llegaría a parar, pero si se presentara la oportunidad...

Me sobresalto al oír la puerta abriéndose, claro que ni siquiera puedo ver eso. Maldición...

—Veo que ahora te sientes mucho por el hecho de ser tratada con amabilidad—Elena siempre hablando ¡Dios! ¿Por que nunca se calla?

—¿Y tu te sientes poco por ser tratada con nada de amabilidad?—le pregunto ya harta de su comportamiento de pederasta resentida.

—Deberías darte cuenta de la posición en la que estas—gruñe esta con escandalo dispuesta a golpearme nuevamente, pero yo actuó rápido reteniendo su mano en el aire.

Tengo algo mas de energía y solo necesito unos momentos para salir de aquí. Una distracción.

—Supéralo—le susurro con un coraje que me invade de manera súbita. Tuerzo su mano tras su espalda y la empujo contra el muro de concreto, al parecer se golpeo muy fuerte en la cabeza y se queda en el piso con una posición desfalleciente.

Salgo corriendo por la puerta, afuera se ve el tenue alumbramiento de faroles en los pasillos, corro esperando que la dirección que tome no sea un laberinto sin salida. Los pies se me encojen a medida que aumento mi velocidad y trato de entender porque no hay nadie cerca de mi lugar de aprisionamiento. La garganta se me seca muy rápido, al igual que el acelerado pulso de mi corazón me indican que estoy llegando al limite. Pero los ignoro.

Veo una puerta al terminar el opaco pasillo y me acerco hacia ella lo mas rápido que mis piernas me pueden llevar, cada musculo se queja por la falta de movilidad de horas y la sorpresiva carrera que llevo a cabo. Abro la puerta la cual revela una especie de deposito abandonado hay cajas apiladas y mucho polvo cerniéndose en el aire, camino lentamente esperando algún indicio de guardias o a los malos para que eviten mi salida pero no hay nada. Es extraño ¿Por que me dejarían luego de hacer tanto por secuestrarme?

Escucho el pitido que indican que los galpones gigantes del deposito van a abrirse y yo corro a esconderme entre las cajas, ¿Me han encontrado? ¿Solo querían darme la satisfacción de que no puedo salir?

—Señor no hallamos nada en el perímetro—reconozco esa voz

—¡Busquen por los alrededores!—grita una voz que hace que se me acelere el corazón—¡No puede estar muy lejos!

Observo entre las cajas y lo veo, tiene el cabello revuelto de tanto haberlo estrechado de frustración, el traje le sienta bien aunque se ve arrugado en partes debido a que no se lo cambio. Esta con los hombres de seguridad. Pero esta ahí... Vino por mi.

—¡Christian!—grito con alivio y de manera compungida, siento un nudo en la garganta con solo saber que esta aquí.

—¡Ana!—me mira como si no pudiese creerlo, corre hacia mi y yo voy hacia el con toda la fuerza que me queda.—Mi Ana—susurra como un mantra, me abraza fuertemente y aspira el olor de mi cabello como aire relajante.

—Oh Christian—sollozo en su pecho aliviada de sentirlo—Estaba tan asustada...

—Shhh—me tranquiliza acariciando mi pelo—ya estoy aquí, ya estoy aquí...

La Maldición de los GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora