La Leyenda de Papillon

CAPÍTULO 1 - EL DESEO HECHO REALIDAD

Existen dos mundos, los mundos gemelos, Laevoneus y Dextroneus que durante mucho tiempo vivieron en contacto continuo. Pero los reyes de aquella época prefirieron terminar con los acuerdos de paz, por lo que la única misión de ambos mundos se convirtió en dominarse el uno al otro.

La guerra había traído destrucción a ambos, hasta que apareció un valiente guerrero que unió a un grupo de nobles soldados que también querían el regreso de la paz, su nombre, Adonis. Por primera vez se levantaron en armas contra aquellos que querían hacer la guerra, todos siguiendo a su poderoso héroe, fue así como la guerra terminó y se instauró un nuevo orden para ambos mundos. Adonis se convertiría en el máximo rey de Dextroneus y junto al máximo rey de Laevoneus solo ellos dos tendrían la llave que les permitiría atravesar de un mundo a otro, solo ellos podrían conceder tal permiso.

CAPÍTULO 1 – EL DESEO HECHO REALIDAD

Ciudad Capital, el centro del mundo, la ciudad con mayor glamour y de mayor atractivo en todo Dextroneus, habían pasado 30 años desde la que llamaban "La Guerra De Los Mundos Gemelos", en estos tiempos, capital era la ciudad del orden, la belleza, las artes y el amor.

Era el lugar mas seguro de todos, protegida por estructuras naturales, por detrás la cadena montañosa mas grande de la región, por delante un largo y turbulento río, sin contar sus enormes paredes de piedra, llenas de guardias vigilantes durante todo el día, solo un grueso puente de piedra, conectaba con el otro lado del rio, que servía como entrada principal y a su vez era la única salida, sostenido por largos pilares que salían del agua y que parecían no recibir rasguño del poderoso río, en el centro de la ciudad un enorme castillo era lo mas llamativo, formado de altas paredes negras de piedra y enormes ventanales dorados, era el hermoso hogar del afamado rey, Adonis y de su hermosa hija Alice.

- Señorita Alice, ya amaneció su padre desayunará hoy con usted – indicaba la mucama al entrar la habitación y correr las cortinas del ventanal para permitir la entrada de la luz matinal.

- ¿Qué? – la princesa se levantaba de golpe de su enorme cama vestida en telas rojas, pero sus ojos se abrieron súbitamente de par en par – ¡hoy es viernes! - Claro señorita, por eso he venido se como le gustan los viernes – la princesa miró por la ventana percatándose como los rayos del sol apenas acariciaban la tierra de aquella mañana. - Andando Rebecca - le dijo a la mujer.

Alice se levantó rápidamente, besó en la mejilla a la chica que parecía de su edad, posteriormente vino el baño de burbujas, aquel día se puso un vestido blanco que casi llegaba al suelo, con listones lavanda amarrados a su costado izquierdo, Rebecca le ayudó a alisar su largo cabello negro que llegaba a la mitad de su espalda, mientras ponía rubor a sus pálidas mejillas, como el resto de su piel. Una vez lista salió rápido hacia el comedor

-¡Gracias Becca! ¡Hoy viene! - ¿Viene? ¿Quién viene?

La mujer atónita se dispuso a ordenar la habitación. Alice bajó las escaleras de madera con adornos dorados, cuando llegó al comedor ahí estaba su padre, el rey Adonis.

- Buenos días padre – Alice besó la mejilla del hombre que tenía aspecto de estar en su cuarta década de la vida, con cabello largo hasta los hombros, oscuro, así como su barba entre crecida, su piel era bronceada, y a pesar de estar sentado, era claro que era muy alto. - Buenos días, veo que vienes muy alegre mi querida hija, ya se, ¿será porque hoy es viernes? – Alice solo asintió con la cabeza y se dispuso a comer con refinados modales la comida en su plato. - En realidad padre, no solo este viernes, es un año muy especial - ¿y eso porque? -  Porque dentro de seis meses, cumplo 18 años, lo cual significa que finalmente podré salir del castillo, ¡estoy muy feliz! – El rostro del rey se tornó serio repentinamente, como si un profundo dolor nublara su corazón. - Padre, lo siento, no quise hacerte sentir mal, sabes que no es tu culpa. - Si lo es querida, fuiste maldecida por mi culpa, por mis enemigos, te juro que he intentado, romper esa maldición.