CAPÍTULO 45 - LA GUERRA DE LOS CAÍDOS (final)

2 0 0
                                    

En la casa Grimaldi, Luccia la prima de Gabriel, intentaba alimentar al comatoso chico que llevaba semanas cuidando, Daniel Minor, yacía inerte en una cama de la mansión, una poción que el mago había dejado, era lo que Luccia le daba a tomar en pequeñas gotas diariamente, desde aquel enfrentamiento cuando se conectaron los mundos gemelos, sabían que aun había un rastro de vida en el cuerpo de Daniel, pero este parecía sumido en un sueño eterno.

- Ojalá pudieras despertar querido – le dijo Luccia, ya se le había hecho costumbre hablar con él, como si este fuera a responderle - ¿Qué será de Gabriel y los otros? Dime, ¿tú que crees? – la mujer añoraba una respuesta pero de pronto, el cielo comenzó a oscurecerse, la tierra comenzó a temblar, eran sacudidas pausadas y leves, pero Luccia no pudo evitar sentirse nerviosa - ¿acaso han perdido Gab? – la mujer se asomó por la ventana y cruzó sus manos para enviar oraciones a los guerreros.

En el castillo de Capital, Las espadas de la luz y la oscuridad chocaban una y otra vez, Iván, estaba sorprendido, no pensaba que Adonis fuera tan diestro con la espada, pero al recapacitar, recordó que era ese hombre quien había salvado a los mundos gemelos de la destrucción en el pasado, que irónico, ahora, él era la causa de su probable destrucción.

- ¿No te darás por vencido, Iván? – decía el rey sonriente, mientras cerca de ahí, Alice, que estaba en el costado izquierdo de Rumsey, notaba que la herida que tenía dejaba de sangrar.

- Tranquila Alice – comenzó a decir el hechicero con dificultad – estoy usando mis poderes para detener la hemorragia, eso nos comprará tiempo.

- ¿Quieres decir que te recuperarás verdad amigo? – Rumsey levantó su mano izquierda y acarició el rostro de la chica, jamás se había tomado el tiempo para admirar sus ojos dorados como en ese momento.

- Voy a morir Alice – contestó el hombre – se acabó.

- No, no digas eso, te recuperarás.

- Alice, no, Papillon, debes de cumplir el máximo deseo.

- El deseo está hecho, Adonis me ha usado, pensé que podría vencerle, pero, me ha usado – Alice se sentía avergonzada, hace unos momentos se sentía segura de sí misma, de que acabaría venciendo esta batalla, pero ahora tenía miedo, no podía hacer nada contra Adonis.

- No, Alice, ese fue un deseo de Adonis, pero tú, aún puedes cumplir nuestros deseos, desea, Alice, sálvanos – la mujer no sabía que hacer, miró hacia donde estaban peleando los guerreros.

Las fuerzas parecían equilibradas por un momento, pero a cada segundo que pasaba, el aura de energía oscura que rodeaba a Adonis se hacía más y más grande.

- Iván, la oscuridad en estos momentos es mayor que la luz, no puedes detenerme ya, mi fuente de poder es infinita.

- Claro que puedo, si acabo contigo esto se acaba, ¡luces de fulgor! – una explosión de luz calcinante escarlata cayó encima de Adonis, un estruendo inundó la sala, Iván pensó haber acabado con el rey negro, pero cuando el humo se disipó, el villano estaba intacto, otra vez, energía oscura rodeaba su cuerpo, sus ojos estaban inundados en negro, venas brillantes, verde oscuro, corrían por su rostro, mientras la piel de su rostro era más arrugada que nunca.

- El fin del mundo ha llegado Iván, no puedes hacer nada contra mí – el caballero de la luz lanzó un ataque nuevamente, cargado con todo su poder, Adonis salió despedido contra un muro, pero tras un segundo se puso fácilmente de pie, impulsado por un túnel de luz, Iván se lanzó al ataque de nuevo, pero este fue detenido con la espada negra – ¡soy el rey negro, ya no hay nada que pueda vencerme! ¡NADA! – ambas fuerzas siguieron forcejeando, pero Eon podía sentirlo, la luz se acababa, los mundos se acababan, su espada de luz se hizo pedazos, el cansancio, lo hizo caer de rodillas al suelo.

La Leyenda de PapillonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora