CAPÍTULO 33 - LA HISTORIA DE LOS CAÍDOS

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Dextroneus: Enix (Templo del Tiempo)

En el pasado, la chica flotaba envuelta en fuego, al abrir los ojos, se encontraba en un espacio que no tenía fin, era una fuerza infinita, un par de ojos brillantes la miraban, mientras ella levitaba un poco adormilada.

- ¿El fuego de Enix? – se preguntó la chica, mientras sostenía una pequeña piedra rojiza.

- El momento ha llegado – le decía una voz que procedía de esos dos ojos que la miraban – es hora de que despiertes, Enix.

En el presente, los destellos de luz azulada habían desaparecido, alrededor de Alice, Iván, Miguel y Enix solo quedaban las paredes de un enorme salón construido con los mismos cristales que habían visto en la entrada. Frente a ellos se encontraba una enorme fuente, con esculturas de sirenas adornándola, tras de ella se encontraban un grupo de escalinatas, al final de ellas, esculturas de seres humanoides en poses imponentes adornaban el lugar, estas a diferencia de todo el templo, estaban claramente hechas de piedra.

- ¿De verdad están en Laevoneus? – preguntó Iván mientras varios malos recuerdos le venían a la cabeza de sus últimas aventuras en el mundo gemelo.

- Así es – respondió secamente Enix quien no dejaba de mirar las esculturas.

- Vaya, nos hubiera servido mucho esa habilidad tuya en el pasado, cuando estábamos buscando esas malditas llaves – exclamó Miguel, con un dejo de ironía.

- No funciona así el poder – le respondía Enix quien no lo miraba, seguía pendiente de las esculturas – dentro de unos horas, mi conjuro se acabará y serán rechazados por Laevoneus, si no cumplen su misión en ese lapso, no podré hacerlo de nuevo, ya que, seguramente, el rey se habrá dado cuenta.

- ¿Quiénes son? – preguntó Alice, al darse cuenta de lo pendiente que estaba Enix sobre aquellas esculturas.

- Ellos – le respondía la guardiana apenas saliendo de sus pensamientos – son los seres de la creación, los grandes arquitectos de los mundos gemelos, nuestros Dioses Creadores.

- ¡Es cierto! – exclamó Miguel que parecía haber reconocido a una de las figuras del centro – es el señor de Renacimiento, Eon. - Miguel esbozó una sonrisa.

- Así que se han atrevido a adentrarse al templo – dijo una dulce voz proveniente de la fuente. Una sirena, mujer mitad humana mitad pez, se había asomado del agua de la bella construcción, su piel era verde, de un tono más claro que el de sus escamas, sus ojos eran completamente negros, tenía un cabello largo y oscuro - ¿están conscientes del riesgo que esto implica? – continuaba la sirena.

- Lo estamos – respondió Enix.

- Pueden llamarme Reachel si lo desean, ese es mi verdadero nombre – respondió la mujer acuática como si cantara.

- ¿La conoces? – esta vez, Iván preguntó.

- Es la guardiana del templo, pero no es un Caído, andando, debemos seguir – Enix comenzó a caminar dejando el salón de la fuente y las esculturas. Confundidos, Iván, Miguel y Alice la siguieron, hasta perderse de la vista de la sirena Reachel.

- No saldrán con vida – la voz de la sirena había cambiado y donde había una tersa mano de piel verde, crecieron unas largas uñas amenazantes, aunque nadie se percató. Después de caminar un rato, finalmente Iván bloqueó el paso de Enix.

- Momento chica, antes de seguir, debes explicarnos que sucede - le ordenó Iván.

- Una vez dentro del templo, pedí un deseo, el cual me permitió ayudar a Gabriel y compañía a viajar al mundo gemelo, el problema no es el deseo, el problema es la salida, la cual será complicada, este templo cambia las reglas convencionales del tiempo y el espacio, así que estará poniéndonos algunos trucos del pasado - explicó Enix.

La Leyenda de PapillonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora