Capítulo 3

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•Mi nombre es Harry.

Muy bien, Louis necesitaba analizar lo que estaba ocurriendo. El Diablo, el Diablo estaba sentado en su silla de oficina. Eso no tenia sentido. Los ojos de Louis se encontraron con los de Zayn, el moreno lo observaba sospechosamente. Y bueno lo entendía, casi le pilla besando al nuevo jefe de administración. Louis hizo un gesto con sus cejas para que se fuera, pero Zayn negó con la cabeza. Louis frunció el ceño y lo miró más seriamente. Zayn alzó una ceja levemente y salió de allí con algo de molestia.

Louis suspiró y volvió su vista al ojiverde poniendo un poco de distancia entre ellos dando unos cuantos pasos lejos del escritorio.

—Dime que es una broma, tú y Héctor seguramente se han puesto de acuerdo —Louis quería sonreír para hacer creer que la broma no estaba funcionando, sin embargo no podía ni siquiera respirar correctamente.

El ojiverde se puso de pie y tomó un lápiz de un pequeño vasito que había allí. Louis observó con curiosidad y pronto el lápiz se hizo cenizas entre sus dedos. Louis boqueo un poco sintiendo su estómago contraerse.

—Se que por ser el Diablo seguramente te han dicho que soy mentiroso y muy, pero muy malo —sacudió las cenizas de sus manos y alzó su vista hasta Louis.

El ojiazul volvió a retroceder alejándose más. Realmente deseaba que fuera una broma y que pronto el otro se pusiera a carcajear y por la puerta entraran varios empleados gritandole cuán bobo era. Pero nada de eso paso.

En cambio, el rizado metió una de sus manos a su bolsillo y sacó una rosa roja, casi como la misma sangre. Caminó unos pasos y Louis ya no pudo seguir retrocediendo ya que la pared se lo impidió. Pronto estaba acorralado. Estaban tan cerca que Louis podía sentir el caliente aliento chocando contra su bonito rostro. El ojiverde levantó la rosa y le rozo la mejilla bajando después hasta los delgados labios de Louis.

—Y sí, puedo asegurarte que lo soy —sonrió y de repente la rosa se esfumo. Louis tragó saliva y su respiración se volvió más rápida.

—¿Qué... qué haces aquí? —le preguntó.

—Quieres venderme tu alma —soltó con simpleza. Louis lo miró a los ojos y recordó las palabras que había dicho la noche anterior.

Cerró los ojos y recargo su cabeza en la pared.

—Demonios —murmuró negando.

—Shh —abrió nuevamente los ojos para mirar cómo el hombre frente a él apoyaba uno de sus grandes dedos con anillos sobre sus labios—. Ya lo dije antes, a ellos nos les gusta que los llamen tan así —miró a su alrededor—. Son mis hermanos, y son un poco, talvez demasiado, temperamentales. Cada vez que alguien los llama, una persona muere en alguna parte del mundo.

Louis lo miraba con atención, los ojos verdes brillaban a sobremanera y Louis estaba comenzando a caer. Entonces el rizado sonrió. Con cuatro dedos levantó el mentón de Louis haciendolo ver a través de sus pestañas. Louis simplemente no podía moverse.

Para ser el Diablo Louis admitía que era demasiado hermoso.
Su cabello castaño, sus rizos, sus perfectos ojos y esa sonrisa coqueta. La tentación en vivo y en directo. Y oh, ¿hace cuánto que Louis no estaba con un hombre así? Un momento, nunca había estado con un hombre como ese. Tan perfecto.

—¿Cómo te llamas? —Louis preguntó con suavidad.

Sonrió un poco más—. Mi nombre es Harry.

Louis aflojo un poco su cuerpo conciente de que talvez no se movería de ese lugar por un rato.

—¿Harry? —quiso sonreír. El hombre asintió.

Harry se alejo un poco y Louis jadeo bajito con alivio. Dos minutos más y Louis se imaginaba encima de él quitandole la ropa.

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora