Capítulo 28

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•El día en que Satanás demostrara que siempre hay algo bueno dentro de lo malo.

La mano de Gemma se deslizaba lentamente por la espalda de Louis dandole consuelo mientras la cabeza del ojiazul reposaba en el marmol del retrete. Tan pronto como pudo analizar dónde se encontraba el miedo le oprimió el estómago y no había podido parar de vomitar.

No podían culparlo, estuvo frente a Dios. ¡Frente a Dios, querido ángeles del cielo! Claro que su rebelde estómago tomaría el protagonismo allí.

—Ya está Louis... —murmuró Gemma, acariciandole el cabello—. Todo está bien.

Negó, sintiendo las lágrimas recorrerle el rostro.

—Gemma estoy muerto... —murmuró casi en un doloroso sollozo—. ¿Qué será de mi mejor amigo? ¿De mi hermano? De... Harry. ¿Dónde está él? No te atrevas a decir que todo está bien Gemma, porque no lo está.

Gemma suspiró. Si tan solo Louis supiera.

—En primer lugar cariño, no estás muerto. No tendría sentido que estuvieras aquí si hubieras muerto.

Levantó su cabeza, buscando encontrar los ojos de la joven—. ¿Qué quieres decir con eso?

—Lamento decirte Louis, que tú ya no tienes abiertas las puertas del paraíso —se alzó de hombros—. Lo siento de verdad. Estás aquí por otro motivo en realidad.

Frunció el ceño, sollozando bajito-. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Es, bueno o... Malo?

La joven hizo una mueca—. Depende de qué forma quieras verlo.

Volvió a llorar, bajando la cabeza-. No sé a qué te refieres...

—Deja de sufrir hijo mío... —esa gruesa voz le heló la sangre y su estómago dio vueltas de nuevo. Rápidamente se inclinó ante el retrete y volvió a vomitar.

Gemma suspiró, negando—. ¿Es normal que ocurra tan pronto? —miró a su padre con mortificación, Dios no respondió nada, manteniendo su pacífica expresión observando con ojos en calma al castaño que casi se deshacía teniendo arcadas encima del retrete. Nuevamente nadie podía culparlo, era un pobre mortal en el mundo del creador, había visto al todo poderoso allí frente a él, comprobando que todo lo que la gente en la tierra predicaba era real. Dios sí existía. Y Louis lo sentía allí, era casi tétrico. A Gemma le sorprendía que el joven aún no se hubiera desmayado, sin duda era muy fuerte.

El ángel Gabriel asomó la cabeza dentro de la pequeña habitación con notable enfado—. Claro que es normal que ocurra tan pronto —alegó—. Alberga el mal dentro de él, es lo que ese ser malvado le ha hecho, poniendo la mitad de su maldad dentro del pobre muchacho —negó con decepción—. No se podía esperar más de esa abominación. ¿Cómo siquiera pensó que esta pobre criatura podría soportar un peso como ese? Siempre se le alaga de ser inteligente y calculador. Solo quiero reírme en su cara, porque Harry de inteligente no tiene nada.

Gemma se levantó con los ojos ardientes, enfrentando al ángel que rápidamente se escondió tras su padre. Naturalmente Dios no hizo algún gesto, simplemente observó a Gemma con calma.

—Voy a matar a su ángel ahora mismo, padre -habló serena, su voz cambiando a una grave y aterradora—. Me tiene en un hilo para mandarlo directo a pudrirse al infierno.

Louis apretó los ojos y lloró en silencio, sujetándose de las baldosas con fuerza. No entendía un demonio lo que ocurría allí, no sabía qué hacía allí o si todo se trataba de una horrible pesadilla creada por su subconsciente. Quería apretar los ojos y al abrirlos estar en su cama, abrazado al cuerpo de Harry, despertarlo con algunos besitos y después reír por no haberse lavado los dientes antes. Quería volver a su vida normal.

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora