Capítulo 22

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•Te quedarás conmigo. Es mi fiel promesa para ti, Harry.

Louis había olvidado cerrar la puerta de su balcón la noche anterior. Y es que después de ver desaparecer a Gemma como simple humo se quedo horas y horas parado allí tratando de analizar lo que era su vida en esos momentos. Estuvo despierto tanto como pudo, hasta que solo tuvo energias para ir y acostarse torpemente sobre su cama sintiendo que iba a morir por una simple gripa. Ni siquiera se molesto en tomar analgesicos.

El ojiazul bajo las sábanas se removió un poco, con una mueca en el rostro por las cosquillas en su espalda. Abrió los ojos con cautela frunciendo el ceño por la luz del sol que entraba a la habitación y miró a su costado.

Harry.

Parpadeó flojamente, deduciendo si se trataba de un sueño o de si Harry realmente estaba allí a su lado.

—Hola —Harry lo saludó con su voz profunda que tanto le caracterizaba. Le siguió acariciando la espalda hasta que Louis poco a poco se incorporo séntandose.

—Estás aquí —medio sonrió.

Harry lo miró con atención. Sus ojos más pequeñitos de lo que eran por recién haber despertado, sus cabellos alborotados y su naríz de botón roja. El sol haciendo brillar sus azules tal cual un diamante y su cabello como pequeñas ebras de oro. Sonrió. Entonces aceptó que ya había perdido con su lucha interna y que iba a hacer lo que fuera por mantener a Louis a su lado aún si perdía el tratado que tenía con Barba.

—Lo estoy —murmuró, asintiendo.

Louis sorbió su pequeña naríz y gateó por encima del colchón saliendo del lío de sábanas con lentitud. Llegó hasta Harry y se levantó en sus rodillas pasando sus delgados brazos por el cuello del rizado que lo abrazó por la cintura al sentir el tibio contacto de la piel de Louis y cerró los ojos.

—Te eché de menos —murmuró Louis. Harry sonrió, tomó con suavidad el muslo de Louis y jaló de el para pasarlo por encima de su regazo. Louis se recostó en el hombro de Harry y se sentó encima con las rodillas flexionadas a cada lado de Harry.

—Nadie me había echado de menos antes —respondió Harry, acariciando a Louis en cualquier lugar que le fuera posible.

Louis respiró en su cuello, acariciando su espalda y algunos rizos de su nuca—. ¿Qué hay de tus hermanos? —preguntó bajito—. Ellos te han de extrañar cuando no estás allá.

Harry le besó el hombro con dulzura y asintió—. Supongo que sí. Gemma es tan temperamental como ellos cuando están de reboltosos, es todo un dolor de cabeza cuando comienza a gritar para que le obedezcan.

Louis sonrió, recordando lo hermosa que era aquella joven. No quería hablar, quería quedarse allí en el regazo de Harry por siempre, estar seguro de que cumpliría lo que había prometido.

Hubo un cómodo silencio, hasta que Harry volvió a hablar—. Yo también te eche de menos Louis —murmuró.

El castaño sonrió, levantando la cabeza para ver los ojos de Harry. De ese verde tan claro y hermoso—. ¿De verdad?

—No recuerdo cuándo fue la última vez que dije tanta verdad junta. Pero seguramente también fue algo que te dije a ti.

Louis se acercó y besó la naríz de Harry, bajando sus manos con suavidad por los hombros y el pecho de Harry. Se alejo del rostro del otro y le sonrió—. Te quiero.

—¿Lo sientes de verdad?

Louis ladeó la cabeza y asintió, Harry comenzó a acariciar sus caderas jugando con el borde del pantalón de pijama de Louis—. Lo hago.

Dónde pasa él, pasa el fuego | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora